Se trata de un típico dolmen de corredor con el pasillo de acceso a la cámara orientado hacia el sureste que permitía el acceso a una cámara construida por grandes lajas hincadas de granito. Las losas, de enormes dimensiones, delimitan un espacio circular de aproximadamente 6 metros de diámetro. Por su parte, el túmulo que cobijaba el monumento sobrepasa los 25 metros de diámetro.

Los materiales hallados sugieren que se construye en el IV milenio a.C. A esta fase se atribuyen varias cerámicas, objetos de sílex y cuarzo –un elemento cultual prácticamente exclusivo de los ajuares funerarios dolménicos– o las cuentas de collar de variscita. Clausurado el enterramiento colectivo neolítico, a finales de la Edad del Cobre o principios de la Edad del Bronce (finales del III milenio a.C.), se reutiliza la antigua cámara sepulcral para ubicar allí una tumba delimitada por pequeñas lajas. Aunque no se localizó en la cista, se piensa que un puñal de cobre recuperado hace décadas en el dolmen pertenecería al ajuar del individuo enterrado.

A unos cientos de metros del monumento, en recientes investigaciones, se ha documentado una fractura natural de escasa anchura en cuyas paredes se han esculpido decenas de oquedades alineadas. Se especula con que puedan ser contemporáneas del enterramiento colectivo neolítico y que sería un santuario en el que tendrían lugar ceremonias rituales.

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