Algunos autores han identificado el yacimiento con la ciudad de Albocela, que citan las fuentes antiguas, mientras que para otros debe tratarse de Ocelo Duri. De la importancia estratégica de la urbe podemos citar entre otros hallazgos el de un miliario de época de Constastino que ubica la ciudad en el itinerario que desde Mérida conduce a Zaragoza.

Al realizar labores agrícolas en una de las múltiples parcelas que ocupa el yacimiento se hallaron unas estructuras que se han podido identificar como parte de un edificio termal romano. Como es habitual en este tipo de establecimientos públicos, se distinguen varios momentos constructivos consecuencia de sucesivas reformas. El peor conocido es el más antiguo, ya que sobre él se produce una profunda reforma en el siglo II d. C., coincidiendo con la época de auge de la ciudad romana.

La planta del edificio responde a un tipo muy común en las provincias romanas con un eje longitudinal que marca la disposición de las estancias. Comienza el recorrido por el vestuario, continua por la sala de agua fría, inmediatamente después la templada, finalizando los baños en la sala caliente. Los baños siguiendo todos los pasos aludidos resultan muy beneficioso para la salud. Pero los romanos acudían a las termas por otros muchos motivos. Allí se juntaban con sus conocidos, hacían negocios, cerraban pactos políticos, etc.

En las termas de Villalazán podemos contemplar el vestuario o apodyterium, la sala fría o frigidarium, las letrinas o latrina, una estancia más con una fuente y una habitación incompleta que, quizás, era la habitación de agua caliente.

En la actualidad los baños romanos han sido cubiertos con una estructura que les preserva a la vez que permite visitarlos. Para garantizar su comprensión se han colocado varios carteles explicativos.

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