Los duros enfrentamientos con los cántabros obligaron al emperador Augusto a echar mano de sus mejores unidades militares y hasta cuatro legiones –recordemos que cada legión estaba compuesta por cerca de 6000 hombres– participaron plenamente en las campañas dirigidas, en alguna ocasión, por el propio emperador. Entre las citadas unidades de élite se encontraba, al mando del general Agripa, la Legio IV Macedónica que hostigaba por el sur a los cántabros. En el año 20 a.C., en plena campaña de conquista, esta legión se instala en el solar que con el paso del tiempo sería la población de Herrera de Pisuerga. Permanece aquí alrededor de sesenta años, hasta el año 39 d.C., en el que es llamada a reforzar la frontera del Rhin.

La importancia estratégica de Herrera, emplazada en la vía natural que comunica la meseta con los puertos cantábricos, explica que a la legión le sucediera otra unidad militar, es verdad que mucho más reducida en efectivos. Los restos de esta unidad militar aparecen en una amplia superficie de la parte alta de la población actual. El Ala Parthorum, una unidad de caballería de unos 300 jinetes, sustituye a la legión y permanece hasta finales del siglo I momento en el que según las fuentes escritas romanas es llamada a participar en el escenario bélico de Mauritania.

Pacificado el territorio tras la conquista del noroeste –conocida como Guerras Cántabras y que finalizan en el año 19 a. C.–, la misión principal del campamento militar de Herrera pasó a ser la del control territorial con el objetivo de evitar posibles levantamientos de los indígenas. A la vez los acuartelamientos militares eran el mejor instrumento para lo que se denomina romanización, es decir la asimilación por las poblaciones indígenas de las costumbres romanas. Así, alrededor del campamento de Herrera surge una ciudad romana que adquiere enorme importancia, Pisoraca.

Son muy numerosas las excavaciones llevadas a cabo en Herrera de Pisuerga previamente a la edificación de los solares urbanos. Sin embargo, las remociones previas del subsuelo con bodegas y sótanos unidas a la escasa entidad de los restos constructivos hallados, no ha permitido hasta la fecha contar con itinerarios arqueológicos urbanos como los que conocemos en otras poblaciones de la Comunidad. No obstante vemos algunos pocos restos pertenecientes a viviendas de la ciudad que surgió junto al campamento de la Legio en el llamado camino de Las Ánimas. Por su parte, en la zona conocida como “Las Eras” se han recuperando estructuras pertenecientes al ala de Caballería. Las excavaciones si han permitido el rescate de materiales arqueológicos que sorprenden por su número y calidad. Abundan los objetos del equipo militar de los legionarios: fragmentos de armadura, hebillas de cinturón, colgantes, prendedores de la ropa, pinzas de depilar, restos de sandalias, espadas, puntas de flecha, jabalinas, etc. Hay también una notable representación de la indumentaria militar de los jinetes del Ala Parthorum y de los adornos de los caballos.

Una parte de las piezas mencionadas es posible admirarlas en el Museo Provincial de Palencia y en la propia localidad de Herrera de Pisuerga encontramos una pequeña exposición que de manera didáctica nos informa de las unidades militares y la ciudad romana.

En el Aula Arqueológica de Herrera hay reproducciones de miliarios –los hitos kilométricos de época romana– y de ese modo conocemos el valor que adquirieron las vías de comunicación; en este caso la importancia estratégica que suponía Herrera como la vía más rápida de entrada y salida de productos comerciales hacia el mar, concretamente hacia Flaviobriga, la actual Castro Urdiales (Cantabria).

También se han recreado, como referencia a la vida militar, una torre defensiva y la palestra, lugar de entrenamiento de los soldados, junto a un sinfín de elementos de la indumentaria y del armamento: cascos, escudos, armaduras, etc. que son manejados por los visitantes. La vida civil está ampliamente representada con la reproducción de buena parte de las impresionantes cerámicas halladas durante las excavaciones, con juegos de mesa de época romana, túnicas y otras vestimentas, etc. En definitiva no se trata de una exposición para observar objetos en vitrinas, sino para aprender de la vida militar y civil romana de una manera mucho más participativa.

Herrera de Pisuerga cuenta con otro recurso interesantísimo para familiarizarse con su Patrimonio Histórico. Junto a la presa de San José, que toma las aguas del Pisuerga para abastecer el Canal de Castilla, hay un pequeño pero muy interesante Centro de Interpretación sobre El Canal de Castilla, sin duda una de las obras públicas más monumentales de los siglos XVIII y XIX. En el Centro de Interpretación se cuenta la historia, extensión y funciones de este impresionante canal de más de 100 kilómetros que facilitaba el transporte principalmente de grano desde Tierra de Campos hasta el puesto de Santander. En las inmediaciones de la presa citada se ofrecen paseos en barca en los que se recorre un tramo del canal, hasta la espléndida esclusa n° 5. En el trayecto asistimos al proceso de llenado para salvar la diferencia de cota de la esclusa nº 6 , una de las pocas que está operativa en todo el Canal de Castilla.

Desde el Centro de Interpretación también es posible iniciar una ruta a pie que discurre paralela al Canal. Hacia el sur nos encontraremos rápidamente con una magnífica construcción: la esclusa de retención ideada para impedir que se desbordara el canal durante las frecuentes crecidas del río Pisuerga.

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