La ausencia de excavaciones arqueológicas impide un conocimiento preciso de la evolución histórica de la ciudad romana, pero gracias a las referencias históricas, sabemos que Augustobriga era municipio romano en la segunda mitad del siglo II d. C.

También desconocemos en qué momento del Bajo Imperio se deshabitó o cómo evolucionó en época visigoda. Es probable que la vida urbana desde época tardorromana se redujera a la mínima expresión y ya en momentos de la invasión musulmana Augustobriga no existía. En el siglo XI Alfonso I de Aragón reconquista la zona y la repuebla, a cobijo de la muralla bajoimperial romana que aún quedaría en pie.

Bajo el actual suelo de la localidad de Muro de Agreda se han recuperado materiales de construcción, monedas y cuantiosos fragmentos cerámicos de su etapa romana y se conservan además vestigios de la muralla, así como restos murarios correspondientes a casas, en algún caso pavimentadas con mosaicos, además de la fuente mencionada que, aunque reformada en momentos posteriores, presenta un marcado aspecto romano.

Una de estructuras romanas que ha llegado hasta nosotros es la Fuente de Muro de Ágreda. Está compuesta por un pozo, alimentado por un manantial, y el propio edificio de la fuente con un muro y un tejado a dos aguas, que descansa en un arco de medio punto. En el lugar se la conoce como Fuente del Saz de Muro, y toma el agua de un manantial que surge al noroeste de la fuente.

Es sabida la preocupación de los romanos por el abastecimiento de agua de sus poblaciones. Esta previsión está presente en Augustóbriga y así en el interior del posible recinto amurallado existía además de la mencionada fuente otro brote natural de agua, la fuente de San Gil. No obstante, si bien en origen su construcción dataría de tiempos de los romanos, la fabrica que hoy en día podemos contemplar corresponde a reconstrucciones posteriores.

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