Provincia de Zamora
RUTA ARQUEOLÓGICA
VALLES DE ZAMORA
En la zona noroeste de la provincia de Zamora asistimos a la ejecución de diversos proyectos de investigación arqueológica con prolijas excavaciones arqueológicas, entre otros, en los dólmenes del Valle de Vidriales, en el campamento romano de Rosinos de Vidriales, en el castro de Arrabalde o en el castro de la Corona en Manganeses de la Polvorosa. Igualmente, en esta comarca zamorana se documentan interesantes descubrimientos de excepcionales materiales arqueológicos, como los magníficos tesoros prerromanos de oro y plata del castro de las Labradas en Arrabalde.
Se cuenta, por tanto, con un conjunto muy atractivo de recursos arqueológicos que recientemente han sido habilitados para su visita pública mediante un proyecto unitario, cuyo fin último era crear una ruta arqueológica.
DÓLMENES DEL ERIA-VIDRIALES
Y EL AULA DE MORALES DEL REY
El nutrido número de dólmenes que han llegado hasta nosotros, cerca de una docena, distribuidos en las Vegas de los ríos Eria y Vidriales, en ambas vertientes de la sierra de Carpurias, es argumento suficiente para defender que el megalitismo alcanzó un florecimiento notable en este territorio.
La mayor parte de los dólmenes se ubica en la vega de los ríos o en el borde de las terrazas fluviales que dominan aquellas, de lo que se deduce que se sitúan en las proximidades o el centro del territorio de explotación agrícola y ganadera de las gentes neolíticas. Se da en el valle de Vidriales el sorprendente caso que dos dólmenes se encuentran, entre ellos, a menos de dos kilómetros de distancia. Para explicar esta inusitada cercanía se argumenta que se trata de dólmenes que corresponden a momentos diferentes, lo cual precisamente no puede ser corroborado por los materiales arqueológicos hallados en las excavaciones, puesto que son extraordinariamente similares. Por el contrario, otros afirman que son simultáneos, lo cual traduciría una importante densidad de población. Algo sin duda excepcional en una época como el periodo neolítico en el que los grupos humanos estaban compuestos a lo sumo por unas pocas familias.
En consecuencia con la importancia arqueológica de los dólmenes en la zona, se ha habilitado un Aula Arqueológica sobre el megalitismo en el edificio de las antiguas escuelas de la población de Morales del Rey. Una exposición que, en síntesis, aparte de la información recogida en paneles y en un audiovisual realizado con imágenes de ordenador, recrea el mundo de los vivos, mediante la reconstrucción en el interior de una cabaña neolítica, y el mundo de los muertos, reproduciendo el ritual de enterramiento dolménico.
Desde el Aula Arqueológica se emprende un circuito que nos conduce a varios monumentos megalíticos.
Dolmen de El Tesoro en Morales del Rey
Situado a las afueras del casco urbano, a la derecha de la carretera que conduce a Santa María de la Vega, hallamos un sepulcro colectivo neolítico en el que se advierte la cámara sepulcral y el corredor de acceso.
Muy deteriorado, ha sido objeto de saqueos en diferentes épocas, incluso nos consta su alteración en época romana, puesto que se han recuperado en su interior cerámicas de ese momento. Con todo, también se han recogido piezas de época neolítica, entre ellas láminas de sílex o puntas de flecha del mismo material, con una cronología aproximada del 3500-3000 a.C.
En las inmediaciones del dolmen se ha reconstruido con materiales modernos, otro en el que se reproducen todos los elementos arquitectónicos principales: cámara, corredor de acceso, cubierta y túmulo. Con esta recreación uno se da perfecta cuenta de la monumentalidad que tuvieron en su día los dólmenes erigidos en la zona.
La visita es libre.
Se halla también en las cercanías de la población. Por desgracia, las intensas labores agrícolas han hecho desaparecer buena parte del túmulo, algunas de las lajas de la cámara y una zona del corredor de acceso hacia el área de enterramiento principal. En la excavación arqueológica se localizaron los hoyos en el suelo sobre los que se asentaban las enormes lajas de piedra, por lo que se ha podido reconstruir de forma fidedigna la planta original del monumento. Se trata, como la mayoría de los megalitos de la zona, de un dolmen de corredor.
Entre los materiales recuperados cabe destacar, aparte de las consabidas piezas de sílex, varios prismas naturales de cuarzo, tal vez de carácter cultual, y algunas cerámicas de la Edad del Bronce, lo que nos hace especular con la perpetuación sepulcral del espacio muchos siglos después de su abandono y ruina en época neolítica.
La visita es libre.
Dolmen de San Adrián en Granucillo de Vidriales
Se sitúa a menos de un kilómetro de la población, junto a la ermita del mismo nombre. Es el mejor conservado de todos los de la zona y mantiene parcialmente su monumentalidad original, ya que se han conservado en su lugar original varias lajas de la cámara sepulcral de alrededor de dos metros de altura. Entre las ofrendan hay dos excepcionales cuchillos de sílex, así como diversas puntas de flecha, microlitos, etc. Son frecuentes entre las ofendas al difunto los prismas de cuarzo, un elemento por cierto habitual en los dólmenes zamoranos. Los prismas de cuarzo aparecen casi con exclusividad en contextos funerarios dolménicos por lo que se intuye que serían un objeto característicos de los ajuares de enterramiento y posiblemente tenían un función cultual.
Otra peculiaridad es que no tuvo corredor de acceso. Seguramente se accedía a la cámara sepulcral para depositar a los difuntos por una abertura en el techo. Una trampilla fabricada un con tierra y ramas.
La visita es libre.
Dolmen de Las Labradas en Arrabalde
El más antiguo testimonio arqueológico a día de hoy que podemos visitar en la localidad de Arrabalde se localiza a un kilómetro de la población, a la derecha de la carretera que conduce a Nogales. Excavado en la década de los 90, y aunque muy destruido, se reconocieron la planta de la cámara sepulcral y el corredor de acceso por las fosas excavadas en el suelo que servirían de asiento a las lajas de piedra. Se hallaron diversos objetos del ajuar de los individuos que en su día se enterraron en el dolmen, como cuchillos de sílex, hachas pulimentadas y cuentas de collar. Materiales de los que se deduce que el dolmen estuvo en uso como cementerio colectivo durante el neolítico, entre el 3.500 y el 3.000 a. C.
Está señalizado a la salida del pueblo de Arrabalde en dirección a Alcubilla de Nogales.
La visita es libre.
LOCALIZACIÓN DÓLMENES
CASTRO DE LAS LABRADAS Y
EL AULA DE ARRABALDE
Las condiciones geográficas del entorno de Arrabalde, con una fértil vega situada justo a los pies de la Sierra de Carpurias, justifican que aquí se asentaran grupos humanos en distintas etapas prehistóricas, entre ellas, la que hemos mencionado del dolmen neolítico.
Pero sin lugar a dudas, la originalidad del patrimonio arqueológico de Arrabalde está vinculada con el periodo previo a la conquista romana. A finales del siglo I a. C. las gentes astures, que habitaban en diversos poblados de los alrededores, se concentran y pueblan un altozano a considerable altura con respecto a la llanura que le circunda. En la elección del asentamiento fue determinante que desde el castro se domine visualmente la fértil vega del río Eria, a lo que cabe sumar sus inmejorables condiciones defensivas. Aun así, se completó la defensa del poblado con la construcción de varios recintos concéntricos de murallas que fácilmente podían alcanzar los 5 metros de altura, tal y como entrevemos por los derrumbes de piedras. La muralla exterior abarca 23 hectáreas. Es posible hacerse una idea de la monumentalidad de la muralla recorriendo su derrumbe en casi 3 kilómetros. Se aprecian además, en el sector occidental, otras obras defensivas complementarias como un foso y un campo de piedras hincadas, con el objeto de tratar de impedir un ataque rápido y por sorpresa de los enemigos. Subiendo por el camino desde el que se accede al yacimiento se aprecian, excavados y consolidados, un lienzo de la muralla exterior y una de las puertas de la muralla interior. La puerta consiste simplemente en la interrupción del lienzo amurallado, protegida, eso sí, por torres cuadrangulares a ambos lados. Una vez en el interior del poblado podemos hacernos una idea de la colosal obra defensiva aproximándonos a la zona oriental. Allí nos espera un colosal derrumbe de piedras que se puede seguir en más de 400 metros.
La tardía ocupación del lugar en el siglo I a. C. solo puede entenderse en el ámbito de un periodo de inestabilidad motivado por la cercana presencia de las legiones romanas. Hay muchas razones para pensar que fue conflictivo el contacto. Sólo de este modo se puede explicar que se localizaran de forma fortuita en el castro dos tesoros de los indígenas. El primero, hallado en el año 1980, se depositó en una gran urna cerámica y está integrado por fíbulas, una de estas de plata dorada de más de 300 gramos de peso, dos vasos de plata, torques, pendientes, anillos, coleteros para el cabello, un impresionante brazalete completo espiraliforme, etc. Pesa el conjunto de objetos de oro y plata alrededor de 12 kilos. Junto a las joyas se depositaron varios denarios romanos de plata que confirman la ocultación del tesoro a finales del siglo I a.C. El segundo tesoro recuperado unos años después lo integran alrededor de 20 objetos de oro y plata y pesa unos 3 kilos. Sin duda es algo más modesto y es posible que algunas de las joyas fragmentadas en origen estuvieran destinadas a su refundición. Con todo hay igualmente piezas sobresalientes como los cuatro torques, las fíbulas y un excepcional cinturón de oro articulado en tres piezas: dos placas y un broche.
Sus propietarios evidentemente no renunciaron de manera voluntaria a tan magníficas joyas, si no que fueron causas de fuerza mayor las que les impidieron recuperarlas. Aún más, dado el carácter familiar de estas acumulaciones de oro y plata, es lógico pensar que un número importante de la población perdió su vida en los lances bélicos con los romanos.
Las piezas originales están expuestas en el Museo Provincial de Zamora y en la localidad de Arrabalde se ha habilitado un Aula Arqueológica que, aparte de relatar la historia del castro, está orientada mayoritariamente a explicar los tesoros de Arrabalde. Se ha reconstruido la ocultación bajo el suelo de las cabañas, recreado un taller de orfebre, o hay una sala en la que se facilita a los visitantes manipular las reproducciones de estas excepcionales piezas prerromanas.
LOCALIZACIÓN Y VISITA
Por la N-VI desde Benavente se toma la salida en dirección a Manganeses de la Polvorosa y continuando unos 20 kilómetros por la carretera comarcal se alcanza la localidad de Arrabalde. Ya en la población, junto a las escuelas, se halla el Aula Arqueológica que tiene horario de visita.
Para subir a las Labradas es necesario tomar el camino del castro y hacerlo preferentemente en vehículo todoterreno.
La visita es libre
AULA ARQUEOLÓGICA DE
MANGANESES DE LA POLVOROSA
En el paraje conocido como La Corona se ha documentado un extenso yacimiento arqueológico que fue objeto en 1997 de una prolongada excavación arqueológica, motivada por las obras de la autovía de las Rías Bajas. Las estructuras de diversas épocas descubiertas han sido debidamente protegidas bajo un terraplén elaborado al efecto y hoy, aunque en el yacimiento no hay restos visitables, merece la pena acercarse al sitio para comprobar su magnífico emplazamiento.
La interesante documentación obtenida en las excavaciones arqueológicas se explica en una sencilla Aula Arqueológica dispuesta en la población de Manganeses.
Allí se recrea la intensa y prolongada historia del yacimiento que se cifra en más de 1. 000 años y que comprende un poblado de la primera Edad del Hierro 700-400 a. C., el poblado de la II Edad del Hierro –desde el 400 a. C. hasta la conquista del territorio por los romanos– y un centro artesanal de época romana que sobrepasa la primera mitad del siglo II.
En la elección del lugar para instalar el poblado más antiguo, allá por el 700 a.C., sin duda influyeron poderosamente las magníficas condiciones para la explotación agrícola de la vega del río. Al cultivo de la tierra habría que añadir, según el análisis de los restos de fauna recuperados, la ganadería de vacas, ovejas, caballos y cerdos. La aldea en aquel momento se protege con una muralla de adobe y en su interior, sin orden intencionado, se distribuyen las viviendas, también de adobe y de planta circular. En el interior de las casas se dispone en el centro un hogar y pegado a las paredes un banco de barro.
Alrededor del 400 a.C. esta pequeña aldea se transforma en una soberbia ciudad; los restos se distribuyen por el valle y por el altozano en una superficie de más de 11 hectáreas. En la zona excavada vemos cómo el poblado ya se organiza en calles perpendiculares e incluso con el tiempo cambia la moda en el tipo de vivienda, siendo ahora frecuentes las viviendas rectangulares.
Al parecer, el área objeto de las intervenciones arqueológicas pertenecería a un barrio de artesanos dedicados a la metalurgia, puesto que se han hallado dos hornos de fundir metal.
Por debajo del suelo de las casas, tanto en el poblado astur como en el de la I Edad del Hierro, hay enterramientos infantiles y de corderos o cabras. La hipótesis sobre estas sepulturas es que forman parte de rituales de fundación de la vivienda y de protección a sus habitantes.
El poblado astur se abandona, posiblemente de forma forzosa, como condición impuesta por los romanos y no tenemos constancia que vuelva a ser poblado hasta el siglo I. En este momento se instala aquí un complejo alfarero dedicado a la producción de tejas y ladrillos. Hay cimientos de seis edificios que comprenden: los almacenes del material, el secadero, el taller de preparación del barro o los dos hornos en los que se cocía el material. Por suerte conocemos el nombre del romano que detentaba el alfar, pues imprimía su nombre en algunas de las tejas que producía.
El taller de Valerio Tauro a buen seguro desempeñó un papel importante en el comercio de material constructivo en la comarca hasta que por causas desconocidas fue abandonado a mitad del siglo II.
LOCALIZACIÓN Y VISITA
Desde la N-VI pasado Benavente y tomando la salida de Manganeses-Villabrázaro se llega a la población de Manganeses.
El Aula tiene horario de visita.
CAMPAMENTO ROMANO DE PETAVONIVM,
ROSINOS DE VIDRIALES,
Y CENTRO DE INTERPRETACIÓN Y MUSEO,
SANTIBÁÑEZ DE VIDRIALES
La conquista del noroeste peninsular, ordenada y dirigida en ocasiones por El emperador Augusto, contó con un imponente contingente militar por parte de los romanos. Varias legiones participan en la ruda campaña que dura del 29 al 19 a. C. Acabada la guerra, algunas de las unidades militares se quedan por estas tierras con la misión de pacificar y romanizar el territorio, pero sobre todo con el objetivo prioritario de garantizar la seguridad de las explotaciones de minerales, principalmente de oro, que inmediatamente después de la conquista emprendieron los romanos en buena parte de la geografía de León y Asturias.
Así, en la vega del río Vidriales se establece el campamento de la Legio X Gemina. Un recinto militar de alrededor de 12 hectáreas del que a día de hoy no son visibles estructuras, pero que se ve perfectamente dibujado en fotografías desde el aire. El campamento, según estos fotogramas aéreos, podía acoger a los más de 5000 soldados que componen la legión.
En tierras zamoranas no olvidaron sus prácticas militares. En la vecina localidad leonesa de Castrocalbón hay varios campamentos romanos superpuestos que se reconocen en su trazado por fotografía aérea, a los que, a falta de otras evidencias arqueológicas, se les asigna la posible función de campos de adiestramiento de los legionarios.
Otros intereses militares obligan al traslado de la legión al Danubio y, tras un retorno fugaz, en el año 70 es trasladada a la frontera del Rhin para no volver jamás. En este siglo se consolida el paso en las cercanías del campamento y de la ciudad que emerge a su alrededor de la vía romana que discurría entre Bracara, la actual Braga en Portugal, y Asturica Augusta, Astorga. El acuartelamiento de Petavonium ejerce de este modo, aparte de la vigilancia militar, el control directo de buena parte de las mercancías que discurrirían desde el norte de Portugal hacia la meseta.
La importancia estratégica del campamento de Vidriales parece que pesó poderosamente para que continúe como sede de unidades militares. Si bien no hay demasiadas evidencias arqueológicas pudo acoger un pequeño destacamento, vexillatio, de la Legio VII Gemina, acuartelada en ese momento en León. Así se interpreta el hallazgo de varias tejas con la marca de la Legio VII.
A finales del siglo I alberga al Ala II Flavia Hispanorum Civium Romanorum, una unidad de caballería de unos 500 hombres que, lógicamente, necesita un espacio mucho menor que el de la legión.
Se construye entonces sobre las ruinas del anterior campamento otro de forma rectangular de unas cuatro hectáreas. Los jinetes del Ala II son llamados a sofocar una revuelta en Mauritania, pero vuelven poco después a su campamento en tierra zamoranas, que no abandonarán hasta mediados del siglo III.
Junto a los acuartelamientos prospera una población civil. Surge así la población de Petavonium cuyos restos se extienden por una amplísima superficie, alrededor de 100 hectáreas.
El yacimiento y la visita
La excavación arqueológica que tenía como objetivo conocer el perímetro amurallado del ala de caballería nos facilita hoy recorrer por el exterior y el interior todo el recinto defensivo de esta unidad militar. Se trata de un rectángulo amurallado de 240 por 180 metros, con un muro defensivo de piedra de más de un metro y medio de ancho que por el interior estaría oculto bajo un terraplén. Al exterior de la muralla habría un foso de más de cuatro metros de ancho.
En la fortificación se ven los arranques de las torres de las esquinas y las cuatro puertas, flanqueadas por torres, en cuyo interior están los cuerpos de guardia para cobijo de los soldados que vigilaban el acceso al campamento. Dos de las puertas y las cuatro torres de las esquinas han sido reconstruidas y son perfectamente accesibles.
Otras estructuras reconocibles son un edificio para el acopio y transformación de los comestibles, pues está dotado de almacenes de recipientes para contener alimentos, granero, cocina, etc. . Su cronología es de finales del siglo I. Precisamente en el área excavada se ha podido ver que el campamento inicial del Ala II sufrió una profunda transformación a mediados del siglo II, quizás coincidiendo con la vuelta de Mauritania, y en este espacio se amortiza la calle que pasa a ser un patio interior.
En esta área se han hallado lo que parece ser las habitaciones de los soldados. En su interior se han recuperado varios elementos del bagaje militar de los jinetes y otros objetos que parecen pertenecer a la indumentaria de infantes. Es incuestionable que en Petavonium está acuartelada una unidad de caballería, pero es frecuente que junto a los jinetes hubiera pequeños destacamentos de legionarios, llegados en este caso del cercano cerco campamental de León.
En otra zona del campamento se puede ver un pequeño aljibe para acopiar el agua de lluvia.
La visita a los restos arqueológicos es aconsejable hacerla con posterioridad a la visita al Museo y al Aula Arqueológica instalados en la cercana localidad de Santibáñez de Vidriales.
En el Aula Arqueológica se explica la organización de los campamentos romanos de Petavonium, los edificios principales o la vida diaria del soldado, su entrenamiento, alimentación, los juegos de azar a los que solían jugar. Se recrea en el espacio una calle del campamento, una sala de armas y la cocina-dormitorio de los soldados. En el museo, situado en un local próximo, vemos entre otros materiales originales, varias estelas funerarias romanas, cerámicas y una colección numismática.
LOCALIZACIÓN Y VISITA
Desde Benavente en dirección Puebla de Sanabria deben recorrerse unos 20 kilómetros hasta la salida, a la entrada de la población de Camarzana de Tera ,hacia la Bañeza. A unos 12 km del cruce llegamos a la localidad de Santibáñez de Vidriales en la que junto al Ayuntamiento se hallan el Aula Arqueológica y el Museo. Continuando en la misma dirección llegamos al campamento romano situado a ambos lados de la carretera. El acceso a cualquiera de ellos tiene un horario de visita.
En las cercanías de San Pedro de la Viña se encuentra una fuente romana recientemente acondicionada y se recomienda, además, la visita al Conjunto Histórico de Benavente: torre del Caracol, iglesia románica de Santa María, etc.
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