Chamartín de la Sierra | Ávila
CASTRO DE LA MESA MIRANDA Y
NECRÓPOLIS DE LA OSERA
A menos de tres kilómetros de la población de Chamartín de la Sierra se encuentra una de las grandes ciudades de las gentes vettonas.
Puertas complejas, adelantadas y flanqueadas por torreones, y portillos conformaban los accesos desde el exterior del oppidum. Al sur del conjunto amurallado se localizaba la necrópolis, excavada en la década de los 30 del siglo XX, en la que se documentaron en aquel momento alrededor de 2.300 tumbas.
Los hallazgos materiales fueron muy numerosos y entre ellos se distinguen la variedad de vasos cerámicos, muchos de ellos urnas en las que se depositaban las cenizas del difunto. También destacan los cuantiosos objetos metálicos encontrados, ya sea de adorno personal, como las fíbulas, imperdibles para la ropa, y los broches de cinturón; o de armamento de los guerreros: espadas, puñales, jabalinas, puntas de flecha, etc. La calidad de algunas de las piezas mencionadas, profusamente decoradas –a veces con incrustaciones de plata–, alerta de una acentuada estratificación social, cuya cumbre estaría ocupada sin duda por la aristocracia guerrera.
Los materiales arqueológicos hallados en la necrópolis coinciden con el periodo de la prehistoria conocido como Segunda Edad del Hierro, a partir del 500 a.C.
Algunas de las tumbas se agrupaban en espacios tumulares con recintos murarios, que cerraban el panteón familiar.
Se sabe que la necrópolis estuvo en uso hasta bien avanzado el siglo III a.C. No obstante, varios datos advierten que el castro no se abandona hasta momentos posteriores, coincidiendo seguramente con la conquista romana del territorio. Así, cuando se levanta el denominado tercer recinto defensivo, la muralla se construye sobre algunas tumbas, por lo que es fácil suponer que, cuando se alza esta nueva línea de la muralla, ya se había perdido por las gentes vettonas la referencia de este espacio sepulcral.
EL AULA ARQUEOLÓGICA DE CHAMARTÍN DE LA SIERRA
Recomendamos comenzar la visita por el Aula Arqueológica, en esta ocasión instalada en un edificio de la localidad de Chamartín. Su visita ayuda a comprender los vestigios vettones que con posterioridad podrán ver los visitantes en el yacimiento. Permite entender de forma amena la historia del castro y de sus pobladores, los vettones, y dispone para tal fin de audiovisuales, maquetas, reconstrucciones ambientales y otros recursos interactivos, como la posibilidad de manipular las reproducciones de objetos hallados en la necrópolis.
Desde el aula –conviene preguntar sobre las distintas alternativas y su dificultad– parten varios caminos hacia el yacimiento.
EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO Y SU VISITA
Si se dispone de tiempo es recomendable hacerlo a pie pues la senda nos conduce por parajes de considerable belleza en un entorno de montes de encinas y carrascos.
Una vez en el castro, hay una ruta señalizada por el interior,apoyada en carteles, que explican de forma didáctica las principales estructuras descubiertas y consolidadas.
La primera señal se encuentra junto a la monumental puerta de acceso al conocido como tercer recinto, a la que se denomina Cuerpo de Guardia. La puerta se ve flanqueada por dos torres y un largo lienzo exterior, con lo que los posibles atacantes tenían que atravesar un interminable espacio por el que podían ser hostigados desde ambos lados.
Ya en el interior encontramos un verraco de piedra. En este espacio, al parecer, se localizaron 6 esculturas de estas características; dos de ellas, las más completas, pueden contemplarse en las inmediaciones del Aula Arqueológica.
La inusual concentración de esculturas, así como la ausencia de restos de viviendas, obliga a pensar que estamos ante un espacioso encerradero de ganado en el que los animales esculpidos en piedra adquieren un sentido mágico. Se trata de imágenes que propician la salud y fertilidad de los rebaños allí cobijados.La ganadería sería su actividad económica principal, si bien otros materiales nos hablan de su actividad agrícola, como los numerosos molinos circulares para moler grano encontrados en el castro.
El sendero continúa por el interior de la muralla del segundo recinto, apreciándose la monumentalidad del sistema defensivo por el importante volumen de piedra de los derrumbes, más si cabe, a medida que nos acercamos al primer recinto. Aquí los amontonamientos de piedra de la muralla caída sobrepasan los 5 metros de altura y similar anchura. Además, en este sector, la muralla se completa con un foso y un campo de piedras hincadas, perfectamente reconocibles en varias zonas.
Los campos de piedras hincadas se emplazan en los puntos de mayor vulnerabilidad. Las piedras se disponen muy juntas y por centenares en posición vertical, lo que evidentemente impedía a la caballería atravesarlos y, así mismo, dificultaba notablemente el paso de los infantes en caso de un ataque por sorpresa.
Una vez dentro del primer recinto, al que se tiene por el más antiguo, se observan unas bellas vistas del entorno. Este tramo del itinerario permite comprender las magníficas condiciones estratégicas del asentamiento vettón, con tres de sus lados delimitados por valles estrechos y profundos.
La extraña acumulación de recintos lleva a pensar en que estos se construyen en tres momentos cronológicos El primer recinto , el mas antiguo, se levanta en el siglo V a.C. y a este le sucede el segundo tal vez ligado a la situación conflictiva generada por la disputas entre cartagineses y romanos por la conquista de Hispania. El tercer recinto a su vez, sin que esta información haya sido contrastada por la arqueología, se asocia a los sucesivos conflictos con los romanos, las guerras del mediados del siglo II a. C protagonizadas por lusitanos y vettones, o incluso a las guerras civiles entre Sertorio y Pompeyo de mediados del siglo I a.C.
Después de abandonar el primer recinto por una puerta cegada por los propios habitantes, seguramente cuando se construye el segundo recinto, advertimos los amontonamientos de piedras (túmulos) que señalaban los enterramientos, y que servirían como lugar de referencia de la morada de los antepasados. Es previsible que ante estos túmulos se llevaran a cabo ritos y ceremonias dirigidos a los ancestros.
La necrópolis sería un lugar de especial trascendencia para la población vettona en sus ritos cultuales. Un estudio apunta que las estelas que se disponen sobre los túmulos son marcadores solsticiales. Una casta sacerdotal con amplios conocimientos astronómicos dispuso las estelas alienadas con la constelación de Orión, una de las más visibles del firmamento, señalando los solsticios de invierno y de verano.
LOCALIZACIÓN
Desde Ávila, una vez pasado el puente sobre el Adaja, se toma la carretera hacia Martiherrero o Cabezas del Villar. A unos 30 km se encuentra Chamartín de la Sierra. En la localidad es fácil reconocer el edificio que alberga el Aula Arqueológica.
Para acceder al yacimiento es necesario seguir las indicaciones desde la población. La entrada al castro tiene horario de visita.
Se recomienda, por su proximidad, la visita a la ciudad de Ávila, Patrimonio de la Humanidad. Es posible admirar las murallas, la catedral y el Museo Provincial, en el que se exponen interesantes objetos arqueológicos de los poblados vettones de Ávila.