Es un fuerte abaluartado de planta cuadrangular, adaptado por tanto a los ataques artilleros. Está organizado en cuatro lienzos guarnecidos por otros tantos baluartes, situados en cada una de las esquinas del cuadrado, y que dan lugar a una planta pentagonal en punta de diamante. La fortaleza se completó con un foso perimetral defendido por cuatro revellines y de un paseo para fusileros protegido por un parapeto continuo. Se accedía al recinto por el norte, por medio de una puerta situada en el centro.

Se cree que en su precipitada construcción se descuidaron varios de los elementos defensivos. Solo de este modo se explica las importantes reformas que se acometieron pocos años después de su construcción, en los años 1702 y 1707.

Se conservan planos del edificio del siglo XVIII en los que se dibujan en el interior del fuerte una iglesia, la residencia del gobernador, un barracón, una cocina para soldados, los hornos, las caballerizas, corrales, almacenes, un pozo y la cárcel.

El deterioro fue constante desde el abandono del edificio en el siglo XVIII y en el siglo XIX sabemos que se utiliza como cantera. En los años finales del siglo XX, sólo se adivinaba uno de los baluartes, el denominado de Portugal, situado en la esquina noroeste. Hace pocos años el fuerte ha sido objeto de una extensa excavación arqueológica en la que ha rescatado su planta completa y el foso.

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