Por : Laboratoria de Fotogrametría Arquitectónica | UVa
En las edificaciones que se han estudiado, independientemente del uso a que se destinan (vivienda, cuadra, pajar), se repite el sistema estructural que resuelve la construcción del edificio. Se trata de un sistema de muro de carga y vigas y viguetas de madera, donde las vigas principales se disponen empotradas en los muros laterales (medianeros) de la edificación, con una separación en torno a los 2 metros, paralelas a las fachadas principal y posterior del edificio
La longitud de las vigas, en torno a los 5m, viene limitada por la separación entre los muros medianeros que constituyen los cierres laterales de las edificaciones, recurriendo al apoyo intermedio, a través de pies derechos de madera, cuando se supera esta dimensión.
En general las vigas son rollizos, verdaderos troncos de árbol, sin corteza, pero generalmente sin carear. Sobre este primer orden de vigas se disponen rollizos de menor sección recorriendo, paralelamente a las medianeras, dos o tres de las vigas que forman la base del sistema estructural.
El forjado se completa con la disposición de las tablas que constituyen el solado, cruzadas sobre los rollizos que forman las viguetas del sistema estructural.
En la cubierta se repite el sistema, si bien en esta ocasión la disposición de las vigas sigue la inclinación que marcan los muros medianeros, conformando dos aguas en la cubierta, que vierten a la fachada principal y posterior del edificio, las que determinan la fachada a la calle y al patio de la parcela.
En los aleros rollizos de menores dimensiones, apoyados sobre un durmiente de madera, definen un pequeño alero, que en algunas edificaciones destinadas a vivienda se realizan con madera escuadrada que presentan en sus cabezas remates de perfil moldurado.
Los muros que delimitan el recinto de la edificación se construyen con mampuestos irregulares de piedra, principalmente granito, conformando dos caras que se cuajan con un relleno de cascotes y argamasa de cal y arena. En las viviendas tanto el interior como el exterior del muro, se revoca con mortero de cal y arena, tratado con un encalado como acabado superficial.
El granito tan solo aparece labrado en los recercados de los huecos, tanto en las puertas como en las ventanas y excepcionalmente en ménsulas de grandes dimensiones que sujetan elementos volados de la edificación.
En los vuelos estructurales, cuando el cierre de la planta superior sobresale con respecto al plano de fachada de la planta inferior, el muro de cierre de la fachada se resuelve con entramado de madera cuajado con adobes, recubriéndose todo con la misma solución de mortero de cal y arena y enjalbegado de cal que en los muros pétreos.
Los elementos con que se construye el sistema estructural responden principalmente a dos materiales, la piedra y la madera; a ellos se añade el barro, mediante piezas de adobe que cuajan los entramados de madera para crear tabique y cerramientos portantes en las fachadas voladas.
Estos tres materiales dan lugar a una complejidad constructiva que define diferentes “nudos”, o articulaciones de los elementos que se agrupan para establecer una determinada ordenación de elementos estructurales.
La disposición u orden de estos elementos constructivos establece variaciones en función de la función a cumplir por el elementos constructivo pero, fundamentalmente, dadas las limitaciones o posibilidades de los materiales empleados para alcanzar los fines propuestos.
En los soportales, las vigas que configuran el techo, apoyan sus cabezas en una potente viga que descansa entre pilares, sobre las cabezas de las vigas un durmiente recoge los pies derechos del entramado de madera, relleno de adobes, que conforman el muro de cierre.
El recurso del entramado y el adobe, con el consiguiente acabado de costra de barro encalada, da lugar a un cierre resistente de menor peso que la construcción de un muro de piedra. Solución que, por otra parte, resulta más elástica a la hora de absorber las deformaciones que puedan generarse por el descenso o flecha de las vigas sobre las que apoya el entramado.
La madera constituye el material esencial para resolver aquellas soluciones constructivas en las que se producen vuelos, dada la capacidad de la madera para soportar esfuerzos de flexión.
Como es evidente la estructura portante de estos elementos se realiza mediante el vuelo de vigas que, perpendicularmente a la fachada, apoyan en el muro de carga que configura el cierre de la fachada, trabado con las vigas que, paralelas a la fachada, determinan la estructura del forjado de la edificación.
Para garantizar que no se produzca el vuelco de las vigas sobre las que carga el entramado del balcón, y evitar la flecha excesiva del vuelo, se disponen tornapuntas que descargan el peso del conjunto.
En algunas edificaciones los vuelos son de reducidas dimensiones, entre 50 y 60 centímetros, recurriendo para ello a la disposición de rollizos apoyados sobre un durmiente que carga sobre el muro de piedra del cuerpo bajo de la vivienda. El cierre que carga sobre las cabezas de los rollizos se resuelve con la solución descrita de entramado de madera y entrepaños cuajados con adobes, si bien también se han encontrado soluciones donde el adobe se sustituye por ladrillo macizo.
En algunas ocasiones, como se ha señalado, los rollizos se sustituyen por vigas escuadradas cuyas cabezas se terminan con perfiles moldurados que las decoran.
Una disposición particular para solucionar el vuelo de las galerías es la que presentan las viviendas del número 9 de la calle Calzada Romana y el pajar del número 16 de la calle Salas Pombo, “construcciones con la solana sustentada en muros laterales, transversales a la fachada”.
El suelo de la solana está constituido por rollizos que apoyan en muros de mampuestos de piedra dispuestos perpendicularmente a la fachada.