Para más información sobre esta fiesta descargue la ficha completa en el menu superior
Esta localidad, situada en una hondonada, que drena y divide el Río Frío o Becerril, ha adaptado su topografía al relieve en cuesta de las proximidades de la Sierra de la Culebra. Su entorno es de frondosa vegetación, aunque está siendo profundamente modificado por las canteras de pizarra, con enormes montes de derrubios y profundos pozos. La localidad cuenta todavía con rica arquitectura popular, especialmente sus casas de puertas carreteras. En su entorno, destacan los corrales de ganado, de planta circular, en piedra, con pies derechos de madera al interior, que soportan inclinada cubierta de urces, lo que significaba una auténtica trampa para el lobo, pues si conseguía entrar, era muy difícil que pudiera salir.
La mascarada recorre todas las calles del pueblo, que son de trazado irregular por las adaptaciones al terreno. El puente que permite el paso entre las dos partes del pueblo, moderno, es protagonista en la mascarada, pues cuatro metros aguas arriba de él es por donde cruzan los Carochos.
Hasta hace poco tiempo, todos los componentes de esta Obisparra se vestían en un corral de una casa de la calle Fonda, de la que después salían. Ahora, lo hacen en un amplio local del Ayuntamiento que les ofrece más comodidades y amplitud. Les ayudan a vestirse personas mayores de la localidad con experiencia en ello; también colaboran algunas jóvenes a la hora de maquillar a algunos, como a la Madama.
Después ya se dirigen a la casa de la calle Fonda, para hacer la salida oficial. La salida es espectacular: se abre la portalada y con gritos, saltos y un humo que impide casi la visibilidad, como si vinieran de otra atmósfera surgen los dos Carochos, el Grande y el Chico, moviendo, respectivamente, sus tenazas articuladas y agitando su pica rematada en cuernos. A poco de salir, el Chiquito se desvía por una calle transversal, para volver a juntarse con el Grande en la misma calle más abajo. Vuelve el Chiquito a dejar la compañía del Grande para ir a hacer una venia ante la iglesia parroquial y ya juntos, saltando y gritando, van a la casa del Alcalde a pedir la licencia para realizar la función. Y de ahí se dirigen a la casa del Cura para repetir la solicitud.
Los segundos en aparecer en escena son los Guapos, con un aire más popular: el Galán toca castañuelas siguiendo el ritmo del Tamboril, mientras la Madama mece al Niño (muñeco) en sus brazos. A su aire, el del Lino les sigue, aprovechando la ocasión que se le presenta para levantar con su cayado las faldas a las mujeres. Todos van primero a casa del Alcalde a pedirle la licencia y después a casa del Cura para bautizar al Niño.
Muy teatral es la aparición del grupo de los Filandorros. Lo encabeza Molacillo, que guía una burra que tira de un carro de los de la paja. En él, de pie, viene la Filandorra con uso y rueca, pero vestida de Gitana, y, sentado en la parte de atrás, con las piernas colgando, el Ciego, leyendo un periódico o una revista. Por último, haciendo cabriolas sobre un burro, con caídas y subidas, un Gitano. Este grupo, al llegar a la plaza del Sagrao (proximidades de la iglesia) es detenido por vecinos de la localidad que le piden la documentación del carro y de los animales. Aquí se produce entre vecinos y el Gitano un diálogo improvisado lleno de ingenio, que provoca la risa en los espectadores. Cuando se cansan, encierran a esos vecinos en una casa y se encaminan, primero a casa del Alcalde a pedir la licencia y, después, a casa del Cura para asistir al bautizo del Niño.
De casa del Cura van a salir con el mismo orden que llegaron. Primero, los Carochos agitando tenazas y pica se dirigen de nuevo hasta el “Sagrao”, metiéndose en una casa. A continuación salen los Guapos a son de castañuelas y tamboril y arrojando confites y monedas como en cualquier otro bautizo; se refugian en la misma casa que los Carochos. El del Lino va detrás levantando faldas, dando golpes con el lino y manchando de negro con la corcha. Por último salen los Filandorros, que al llegar al “Sagrao” actúan como auténticos gitanos, vendiendo a los espectadores cualquier cosa: lotería, romances, la albarda, el reloj o el burro; y la Filandorra intenta echar la buenaventura; después entran a una casa, donde la Filandorra cambia el traje de gitana por el característico de Filandorra.
De repente, unos vecinos vuelcan el carro en el que está el Ciego, dejándolo moribundo. Llegan el Gitano y Molacillo e intentan reanimarlo. Como no lo consiguen, buscan entre el público a un improvisado médico, sometiéndolo a las más divertidas pruebas, como es la de sacarle metros y metros de tripas. Dado que no se consigue nada, eligen del público uno que haga de cura para darle la extremaunción. En ese momento aparece la Filandorra, que traza en torno al Ciego un círculo con ceniza, que el Gitano remarca con la pelota. Y por sorpresa surgen los Carochos que atacan al Ciego intentando arrastrarlo fuera del círculo, éste se defiende exhibiendo una cruz hecha de los medicinales gamones. Después se produce una nueva pelea, emparejándose siempre el Carocho Grande con Molacillo y el Chiquito con el Gitano; termina la lid con la puesta en fuga de los Carochos, que empiezan la petición de aguinaldo y felicitación del Año Nuevo.
Mientras tanto, Molacillo y el Gitano vuelven donde yacía moribundo el Ciego, pero éste ha desaparecido. Lo buscan en los sitios más insólitos, incluso debajo de las faldas de las mujeres, pero no aparece. Molacillo toca un cuerno o una caracola, pero el Ciego no responde. Al final lo localizan y lo traen atado al cuello para que no vuelva a marcharse. Y para celebrar su resurrección, Ciego y Molacillo cantan coplas satíricas y pícaras, acompañados del sonido de conchas y de una especie de zanfoña. A continuación son ellos los que comienzan la petición de aguinaldo. Ésta lleva un protocolo de actuación: primero van los Carochos por las casas del lado derecho de la calle y, al llegar al otro extremo, bajan por el lado izquierdo. Les sigue el grupo de los Guapos; después El del Lino; y por último, los Filandorros.
En la calle, lógicamente se encuentran con los Diablos, que ya bajan por el otro lado, produciéndose otra nueva pelea, atacando los Carochos al Ciego, al que vuelven a defender Molacillo, el Gitano y la Filandorra, que los vuelven a poner en fuga. Por supuesto, que en estos recorridos a los espectadores o personas que encuentran los encenizan, les pintan con la corcha ennegrecida o les pinzan las piernas.
Para pasar al otro lado del pueblo, hay un puente, pero los Carochos, demostrando que no son humanos y no utilizan su ingeniería, cruzarán el río Frío no sin dudar varias veces, porque a los diablos las aguas no le van nada bien. En la cuesta que hay en este barrio se produce otra nueva pelea con idéntico resultado. Conviene advertir que en este recorrido, al llegar al domicilio de uno de los componentes de la Obisparra, se paran todos a comer productos del cerdo y a descansar un rato; esta situación se repite en todos sus domicilios.
Entre las tres y media y las cuatro de la tarde, todos se vuelven a encontrar en “El Rincón”, plaza frente a la iglesia, donde ya hay mozas esperándoles para bailar el baile llano, también conocido como charro o brincao, empezando ellas solas, mientras los distintos componentes de la Obisparra cometen sus bromas y desmanes entre los espectadores. Cuando ya hay mucha gente, entran al baila y danzan con todas las mozas, excepto la Madama, que ahora viste manteos de fiesta, y se ha puesto en la fila de las mujeres para bailar con los Carochos.
El baile termina con un nuevo ataque de los Carochos contra el Ciego, nueva derrota y su huida hacia la zona de las Eras. Gozosos por la victoria, dirigidos por el Ciego, cantan nuevas coplas. Pero no llega la paz, porque ahora les toca a los espectadores, sobre todo a las mozas, sufrir los ataques del Ciego y Molacillo. Y así se dirigen hacia las eras, donde se desarrolla el último baile, una jota. Y acaba con una nueva pelea, que arroja a los Carochos al barrio de los Barrancones, donde tendrá lugar la pelea final (los dos últimos años no se ha realizado por ser ya muy tarde).
Sólo queda pedir el aguinaldo en las casas que quedaron por hacerlo. Y por supuesto degustar lo recaudado en los días siguientes.