Tiempo de fiesta - Mascaradas de Castilla y León

MASCARADAS DE CASTILLA Y LEÓN

POBLADURA DE ALISTE

La Obisparra

15 de agosto

Por la tarde

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La localidad es una de las que siguen el curso sinuoso del río Aliste, que da nombre a la comarca. La margen derecha la forman elevaciones medias en las que se han situado tradicionalmente asentamientos castreños y explotaciones de variscita. El río deja a su paso una estela de verdor y de alisos que se reflejan en el río. Esta naturaleza llega hasta el borde de las casas.
La localidad, con casas en general de dos plantas, están construidas en mampostería de pizarra, aunque aún quedan algunos ejemplares trazados en buena sillería. Esta arquitectura popular es subrayada por una buena carpintería de puertas carreteras y magnífica herrería en sus aldabas. Resguardada de antiguas crecidas del río, la iglesia parroquial se alza en la parte alta de la localidad. Es en su origen iglesia románica, como lo demuestran alguna puerta de este tipo y la inscripción hoy metida en su espadaña que nos cuenta que la iglesia fue erigida por el presbítero Martín en el año 1082, ayudado por el Concejo. Esto revela, así como el propio nombre de la localidad, que estamos en un pueblo de repoblación medieval.

La Obisparra recorre buena parte de las calles de la localidad, lo que ya es un placer por la arquitectura popular que las bordea. Muy interesante es la ubicación en distintos puntos de la localidad de personas ataviadas con el traje tradicional realizando antiguos oficios: cardar lana, todo el trabajo del lino, serrar,...

La representación hoy se presenta como un desfile por las calles del pueblo, interrumpido por la petición de aguinaldo en determinadas casas, ya elegidas con anterioridad, a veces por su rusticidad tradicional y donde su dueña siempre sale ataviada con el traje tradicional ordinario.

El punto de partida es la era de la localidad, encabezando el desfile la pareja de Sembradores, que arrojan paja al suelo y a aquellas mozas y no tan mozas a las que encuentran observando el desfile. A continuación viene el Gañán con la pareja de Bueyes y el Arador sujetando la cuerda y la mancera; supuestamente vienen arando y enterrando la simiente que han arrojado los Sembradores. Era realmente lo que hacían cuando las calles no estaban cementadas como ahora y el barro era su tónica generalizada. De vez en cuando los Bueyes se desmandan y echan a correr sin que el Arador los domine; sobre todo cuando ven a alguna buena moza. De poco valen los rezos del Arador de rodillas; he de ser la fuerza bruta del Gañán la que les haga volver al surco. Esto, según nuestros informantes, no fue siempre así, sino que el Arador, rezando el responso a San Antonio -es festivo en la localidad y se le tiene mucha devoción, con la creencia de que rezando su responso se encuentra todo lo perdido- vuelve a encontrar los Bueyes huidos.

La pareja de la Filandorra y el Soldado vienen a continuación, cogidos del brazo, pero a la menor la Filandorra se va hacia algunas de las mujeres para darles el Niño, cosa que intenta evitar el Soldado, sujetándola, cuando no golpeándola. También es frecuente, que dé de amamantar al Niño.

Antiguamente, cuando las calles estaban llenas de barro, la Filandorra dejaba caer al Niño y luego se lo daba a otras mujeres para que se lo lavaran y, de paso, se lo amamantaran, porque decía que ella no tenía leche. Todo ello traía como consecuencia que la golpeara el Soldado. También ahora intenta dejar al Niño, para irse con alguno de los espectadores, lo que impide el Soldado.

El Piojoso viene frotando su espalda contra las paredes para matar los piojos, que tira al suelo y ... a los espectadores; en realidad son salvados, pero provoca picores “sólo de verlo”, según algunos vecinos. El Mendigo, llevando del brazo al Ciego, hace de lazarillo suyo; en cada casa entonan una copla apropiada para ella, siempre en tono humorístico. Ingeniosos y divertidos son los diálogos que se producen con la dueña de la casa; todos ellos improvisados y renovados cada año.

El Bailador y la Bailadora, con los músicos, son los representantes del pueblo y ponen la nota festiva, pues no hay fiesta que se precie en Aliste sin baile. No es extraño que en algunas plazoletas se sumen al baile algunos vecinos del pueblo.

Durante el recorrido, en algunos cruces de calles, se ven escenas tradicionales sacadas de principios del siglo XX, como varias personas haciendo cada una fases de preparación del lino, tejiendo e hilando, preparando adobes, o lavando con barreños y lavaderos de madera.

Tras el recorrido por las calles del pueblo, en la era suele hacerse un baile popular.

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