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Ferreras de Arriba es lugar asentado entre dos estribaciones próximas de la Sierra de la Culebra. Lugar próximo a la Vía XVII del Itinerario de Antonino Pío o calzada romana que unía Braga con Astorga, fue habitada desde antiguo, como lo atestigua “La Ciudad”, gran castro del que Gómez Moreno (1980, 19) cuenta haberse encontrado gran cantidad de materiales. El nombre procede, sin lugar a dudas, de la producción de hierro y de las numerosas escorias que han quedado, como las que hemos encontrado junto a la carretera de Villardeciervos entre numerosos fragmentos de tégulas romanas.
El entorno es boscoso, con enormes pinares que han sustituido a los carballos originarios, reducidos hoy a las partes bajas incultas. La abundancia de esquistos pizarrosos y gneises de las inmediaciones sirvieron como material de construcción de las casas, aunque están siendo sustituidas por los nuevos materiales de construcción. Perviven dentro de la arquitectura rural, algunos molinos y, especialmente, los corrales. Construcciones éstas circulares en piedra, con tejado de urces apoyado en rústicos pies derechos de madera, que servían para resguardar el ganado del ataque de los lobos y, en caso de que alguno de éstos penetrara dentro, no pudiera salir; su estructura recuerda las cabañas castreñas excavadas en la zona.
Hoy en el pueblo se ha dedicado un monumento dedicado a la Filandorra. Está realizado por el tornero local Eduardo Baladrón Andrés, “Nardo”, en acero inoxidable quemado para darle una pátina mate. Representa la Filandorra; tardó un mes en realizarla. El pueblo se extiende a ambos de la carretera, con un casco urbano irregular, que demuestra la antigüedad de su origen. La Filandorra recorre todas las calles y plazas.
Los protagonistas se visten en un local del Ayuntamiento, desde las ocho de la mañana. Desde allí se dirigen a casa del Alcalde a pedirle licencia para empezar la función y felicitarle las Pascuas; antiguamente, primero se visitaba al Cura con el mismo motivo, pero ya no hay sacerdote en el pueblo. Después bajan directamente a la iglesia para tocar las campanas y avisar a todos los vecinos que hay fiesta y que van a pedir el aguinaldo.
La primera de sus acciones se produce, como en el resto de las Obisparras, al salir de Misa. De forma imprevista, gritando y haciendo sonar los cencerros aparecen los Feos para atacar a todos los feligreses, sin miramientos de edad ni sexo, aunque con más suavidad de la que fue usual en otros tiempos. El Diablo mueve bien el sobeo y la Filandorra deja la huella negra de su corcha quemada en todos los rostros de los aldeanos. Objeto preferente, como de costumbre, son las mozas, a las que antiguamente intentaban levantarles las faldas si no les daban un donativo.
Y ya aparecen grupos de mozalbetes provocándoles por las calles. Tras las persecuciones, que se van a hacer intermitentes durante todo el día, comienza la petición del aguinaldo por todo el pueblo, casa por casa, yendo delante los Feos, seguidos a poca distancia por los Guapos; dice uno de nuestros informantes, que primero pasa el Mal, para que, después, quede el Bien. Al entrar el Galán le pone su sombrero a la dueña de la casa y la felicita. En esta localidad se mantiene la costumbre de entrar con respeto en aquellas casas en las que ha fallecido alguno de sus miembros durante ese año; para ello, quitan sus máscaras, a veces las dejan a la puerta, e impiden que suenen los cencerros, sujetando los badajos con una mano. La cuestación dura mañana y tarde, sólo interrumpida por la comida, que hacen juntos los participantes.
Desde hace dos años se ha vuelto a recuperar la tradición del baile. En él hacen acto de presencia Feos y Guapos, demostrando que ese día tienen autoridad para hacer lo que quieran, por lo que hacen formar pareja de baile a quienes se les antoje, con lo que se daban situaciones paradójicas y siempre jocosas. De paso, si les ha quedado alguno por darles el aguinaldo, es la ocasión para que lo haga, aunque sea con el argumento del sobeo y de las castañuelas. Termina la celebración con una invitación para todos los presentes, que costean los cuatro actores con lo que han sacado en la petición de aguinaldo.
Un día o dos después los cuatro participantes tienen una cena privativa en un bar de la localidad.