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Carbellino se encuentra en el extremo sudoccidental de la provincia, muy próxima a Portugal y a la provincia de Salamanca, de la que el gran embalse de Almendra, “el mar de Castilla”, es su límite, al tiempo que fue la muerte de las profundas gargantas por las que se despeñaba el río Tormes. Son, o mejor, eran los Arribes del Tormes, paisaje sobrecogedor a partir de la presa del citado embalse de roquedos graníticos. Y de granito se ha hecho el pueblo: sus casas y las paredes de sus cortinas, obra de encaje que limitan prados y huertos, en los que campea el ingenio del cigüeñal para extraer el agua de los pozos.
Entrar en la localidad es hacerlo por la “Cruz de los Burbujos”, crucero gótico-renacentista, con labor de bolas en sus aristas achaflanadas, que, según cuentan, frenaba la propagación de la peste entre los dos barrios de la localidad. Enfrente, la iglesia parroquial, obra del siglo XVII, junto a “la moral”, árbol que en Sayago es símbolo de fe, pues no hay iglesia que no lo tenga a su lado, y de poder comunal, pues será junto a él donde se celebren los primeros concejos.
Llamativa es, dentro de una coqueta plaza, la Torre del Reloj, mole maciza que se ha anclado en el interior de las antiguas escuelas. La población merece un recorrido a pie, para contemplar casas de piedra y portaladas que dan paso a un patio, desde el que se accede al interior de la casa, de las cuadras y demás dependencias. El sayagués es amante de su intimidad, pues no tiene ventanas a la calle, sino a ese patio interior.
La Vaca Bayona recorre las calles más importantes de la localidad, aunque, como punto final se ubique en la plaza. El ritual es muy sencillo. Salen la Vaca Bayona y el Gañán de los locales del Ayuntamiento y recorren todo el pueblo, dividido en dos Barrios, el de Arriba y el de Abajo. Durante este recorrido la Vaca se dedica a perseguir a chiquillos y a mayores, que se suelen haber disfrazado con trajes comprados, simulando cornearlos. Como hay tradición de tirarle del rabo, ella suelta coces. El Gañán la “arrea”, por lo que siempre va detrás de ella, aunque, a veces, no es capaz de controlarla e, incluso, se revuelve contra él. Cuando terminan el recorrido, se acaba la fiesta, generalmente con un chocolate para todos.