Se trata de un monumento funerario que fue construido y estuvo en uso durante el Neolítico Final. En origen se componía de una cámara sepulcral y un pasillo de acceso construidos con bloques de caliza (ortostatos), alrededor de los cuáles se disponía un túmulo de tierra y cascajo de forma circular. El pasillo está orientado al sureste, como es habitual en este tipo de tumbas que reciben el nombre de dólmenes.

Estructuras intratumurales: gracias al trabajo arqueológico, se puede reconocer la disposición completa de la cámara y del pasillo, de tal manera que fue posible rehabilitar los espacios internos de uso e incluso, reubicar algunas piezas desplazadas de su posición original. Esto permitió recrear la disposición de los diferentes elementos del dolmen y reponer parte de la superficie del túmulo original con sedimento procedente de la excavación llevada a cabo en el sitio en los años 80 del siglo XX.

Accesibilidad: se mejoró la accesibilidad colocando una escalera que salva el talud y la cuneta desde el camino, trazando una senda que discurre por dicha ladera hasta el pie del yacimiento y colocando otra escalera de acceso a la parte superior.

Protección: balizamiento de un perímetro de protección para evitar el acceso con maquinaria pesada. 

Obra: Restauración y puesta en valor del sepulcro megalítico de “Los Zumacales” en Simancas (Valladolid).
Arquitecto: Leopoldo Cortejoso García.
Arqueólogo: Eduardo Carmona Ballestero.
Arquitecto Técnico: Manuel Martínez Revilla.
Empresa: Patrimonio Inteligente, S.L.
Inversión: 62.274,79 euros.