Resulta singular la estructura arquitectónica de este retablo, explicable en parte por tratarse de un encargo particular. También es determinante su cronología, ubicada en un período de transición entre los retablos de fines del siglo XV y del primer cuarto del XVI, sin identificarse con ninguno de ellos.
Se trata de una obra monumental, que superpone en las calles laterales tres compartimentos de medidas muy similares con modesto marco arquitectónico, reduciendo el impulso ascensional. Contribuye a esa impresión, la calle central que posee un ritmo propio con un único espacio reservado para la imagen titular, realzada sobre una peana con hornacinas y enmarcada por relieves secundarios dispuestos a modo de arquivolta. Todo ello conforma una caja de formato casi cuadrado. Independiente de ésta es el relieve del ático, nuevamente de perfil recto y dimensiones similares a las de los de las calles laterales.
La estructura se completa con un banco de factura local y sendas puertas.