DESCRIPCIÓN

El inmueble abacial de San Pedro de Cardeña consta de dos partes diferenciadas: la iglesia y las dependencias cenobíticas. Al sur del conjunto se sitúa el templo, de tres naves con profundo presbiterio poligonal y la torre, en el lado de la epístola. La ubicación de la iglesia en la zona meridional es poco frecuente en este tipo de construcciones y esta situación se ha atribuido a una posible intención de que ocupase la zona más llana y más elevada con el fin de hacerse más visible ya que el cenobio se encuentra en una ladera.

Las dependencias del monasterio se articulan en torno a un claustro y un patio. Al este del conjunto quedan huellas de otro patio, conservado al menos hasta la primera década del siglo pasado según aparece en un plano publicado por Menéndez Pidal en 1908[1]. El conjunto estuvo protegido por una cerca con cuatro puertas, construida a lo largo de la Edad Moderna; de ella se conservó hasta los años 60 del s. XX, aproximadamente, la que protegía la fachada del monasterio, con un amplio arco de medio punto apoyado en pilares dóricos.

Un largo periodo de construcción, sucesivas reformas y abandonos complican el estudio arquitectónico–artístico del conjunto.

En 1967, las excavaciones arqueológicas descubrieron una necrópolis a 12 metros de la iglesia. Apareció una estela con una inscripción y cruz patada, cuyas características remiten a un marco cronológico amplio e impreciso que según el profesor Salvador Ordax se puede acercar a la época visigótica[2]. Recientes estudios sobre la epigrafía burgalesa apuntan que la pieza podría datar de finales del s. IX. También se encontró un sepulcro antropomorfo con cabeza en arco de herradura, de uso muy habitual en el Alto Medievo, sobre todo en el s. X.

Los estudios arqueológicos confirman que el templo actual, de mediados del s. XV, se construyó sobre el edificio anterior y que la torre se había levantado de forma exenta, pero no se conocen datos sobre la construcción previa.

No se han localizado referencias documentales y arqueológicas que permitan conocer cómo fue en origen el centro religioso. Algunos estudiosos, que consideran que fue arrasado por los árabes, creen que el conjunto pudo ser muy modesto.

Estudios más recientes plantean que la organización inicial pudo responder a una idea del cenobio como territorio: un lugar con construcciones exentas destinadas a las distintas facetas de la vida monástica, "vivir, orar, trabajar y atender", y que con el tiempo se unieron para formar el continuum característico de los recintos monacales.

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