En la franja portuguesa, limítrofe con el territorio sayagués, también quedan numerosos ejemplares y restos de pintura mural que evocan la intensa actividad decorativa que se dio entre el siglo XV y el XVI coincidiendo con renovaciones de arquitecturas medievales y construcción de nuevos edificios.

El estudio de los ejemplares portugueses ha venido de la mano de los trabajos de restauración efectuados en diversos templos, que han sacado a la luz estas ornamentaciones ocultas bajo capas de cal y tras retablos de madera de época barroca.

Estos estudios han establecido el amplio alcance y desarrollo de esta pintura como fenómeno ornamental de los espacios eclesiásticos, poniendo de relieve las preocupaciones decorativas de la época, con repertorios similares a los de la franja zamorana: retablos y tejidos fingidos para ornamentar el espacio, junto a programas catequéticos y santos populares propios del siglo XVI.

En el caso portugués estos murales también eran realizados por pintores itinerantes que abarcaban un territorio determinado, combinando la técnica del fresco —con una sola capa de revoco— con aplicaciones en seco para matices y acabados, utilizando ampliamente plantillas —en portugués estampilha— como sistema de mecanizar parte del proceso y combinando los modos tardomedievales heredados y las novedades renacentistas.

Investigaciones como la realizada por J. Caetano, establecen las relaciones entre la pintura mural y la pintura de caballete, llegando a demarcar el territorio de numerosas cuadrillas gracias al estudio comparativo de las plantillas, a través de las cuales también se han podido confirmar relaciones con otros territorios rayanos de la parte española como Galicia.