Los muros, generalmente de sillería o mampuesto de granito, tenían que prepararse para recibir la pintura aplicando dos capas de mortero de cal y arena, en proporción de 1:3 para la interna y 1:2 para la externa, aunque a veces, para simplificar los trabajos, la primera no se realizaba. Las toscas aplicaciones que podemos observar, con superficies poco regulares, dan idea de la velocidad con la que se ejecutaban estos trabajos.
El planteamiento compositivo del muro se hacía mediante cuadros o escenas adaptadas a la arquitectura, este diseño permitía plantear las jornadas —la cantidad de superficie que se iba a pintar en un día y por lo tanto la zona de pared a cubrir con mortero en esa jornada— de manera rápida y lógica.
Sobre el mortero húmedo se realizaban varias operaciones, como el trazado general a base de incisiones o cordeles, el dibujo preparatorio y la aplicación al fresco de pintura (pigmento en agua) para grandes áreas, esta técnica del fresco —de ahí su nombre— obliga a la rapidez de ejecución y el pigmento queda fijado cuando el mortero de cal se seca, carbonatando la superficie.
Con el mortero ya fraguado se podía seguir aplicando pintura gracias a otra técnica, la denominada al seco, que se emplea en zonas en las que la falta de humedad del revoco no permite ya la técnica anterior o para repasar el dibujo y efectuar detalles y correcciones de última hora.
Una característica de esta pintura es el uso de plantillas para la realización de cenefas de enmarque, que permiten la sistematización del trabajo y una ejecución rápida y homogénea. El modelo más común es una retícula de rombos, estando presentes otros a base de rosetones o espigas de repetición lineal.
Los pigmentos
El estudio analítico realizado pone en relieve la naturaleza de los pigmentos estudiados: los amarillos y rojos son óxidos de hierro, que permiten conseguir una variedad de tonos que van de los marrones rojizos a los rosados en función de su concentración; los verdes se obtienen con dos tipos de pigmentos, uno también de hierro y otro a base de un compuesto de cobre; los blancos se logran con el propio carbonato cálcico de la cal del mortero o por la aplicación de yeso —es el caso de las cenefas de encuadre y algunos vestidos para contrastar aún más los motivos superpuestos— y el negro, empleado tanto en técnicas al fresco como al seco, es negro carbón.
Estos pigmentos en su aplicación al seco, se aglutinan mediante una técnica grasa a base de algún tipo de aceite sobre el que se sigue investigando.