El enclave prehistórico de Molino Sanchón II, donde se han realizado excavaciones en 2009 y 2013, se localiza dos kilómetros al oeste de Villafáfila, tiene una superficie de dos hectáreas y se asienta en un suave teso al borde mismo del canal de Riego, entre la Laguna de Barillos y la Salina Grande.
Se trata de una modesta factoría (aproximadamente 2 ha) de las postrimerías de la Edad del Cobre, fechada por el radiocarbono entre 2400 y 2000 A.C. Se halla afectada en superficie por los restos de una necrópolis medieval de inhumación (en torno a los siglos X-XII d.C.) cuyas estructuras funerarias han destruido parte de los restos prehistóricos.
En el yacimiento se ha reconocido una estratigrafía en la que se superponen niveles de echadizo con restos de la actividad salinera de una manera más o menos continuada. Las huellas arqueológicas detectadas son un excelente muestrario de la dotación estructural de un cocedero de sal de hace cuatro mil años. Aparecen varios pozos excavados en el substrato geológico de los que se extraían las mueras; junto a ellos y en los niveles intermedios, comparecen balsas revestidas de arcillas impermeables que debieron utilizarse bien para la decantación de las mueras, bien para el filtrado de sedimentos salinos. Así mismo son frecuentes áreas de cocedero ligeramente deprimidas en el terreno con la base endurecida por el fuego, llenas de cenizas y cuajadas de peanas troncocónicas de barro crudo, organizadas de tres en tres (trébedes), donde descansarían las vasijas con la salmuera. Junto a ellas se reconocen así mismo hoyos de poste que sustentarían débiles estructuras de madera y barro para proteger los cocederos de las corrientes de aire. La panorámica se completa con un desparramado briquetage (lechos alternos de cenizas, carbones, tierra quemada y cascotes de vasijas cerámicas), probatorio de que el desmoldado se hacía in situ.
Entre la cerámica hallada en los vertidos de cenizas destaca la presencia, más frecuente en los niveles inferiores y en retroceso en los superiores, de ejemplares de tipo campaniforme, bellamente decorados con motivos incisos e impresos, que, teniendo en cuenta su elevado coste, tradicionalmente se asocian a las élites sociales del momento. Este último dato nos hace sospechar que es precisamente esta misma clase la que detentara la propiedad o el control de las explotaciones y, por lo tanto, la que se lucrara con sus beneficios.
Por otra parte, la actividad salinera en Molino Sanchón II ofrece huellas de determinados gestos rituales. Particularmente interesante resulta el sellado de un pozo de extracción de agua, donde se arrojó una gran cazuela campaniforme con ricos motivos decorativos, acompañada de restos de fauna (ternera, cordero y lechón) que bien pudieron ser parte de un pequeño banquete ceremonial. Esta actitud parece responder a la necesidad que los gestores de la salina tenían de ofrecer a la divinidad terrestre (Dea Genetrix) una compensación por la extracción de la sal, propiciando al mismo tiempo la continuidad de la productividad.