Sub occasu pacata erat fere omnis Hispania, nisi quam Pyrenaei desinentis scopulis inhaerentem Citerior adluebat Oceanus. Hic duae validissimae gentes, Cantabri et Astures, inmunes imperii agitabant.
«En el occidente estaba ya en paz casi toda Hispania, excepto la parte de la Citerior, pegada a los riscos del extremo del Pirineo, acariciados por el océano. Aquí se agitaban dos pueblos muy poderosos, los cántabros y los astures, no sometidos al Imperio.»
Lucius Annaeus Florus
Epitomae, II, 33, 46
Bellum Cantabricum et Asturicum
En las postrimerías del siglo I. a.E., casi toda la península ibérica se encontraba conquistada por el pueblo romano, en su afán de sometimiento del mundo conocido.
El control de Hispania, como era conocida en aquellos tiempos, había comenzado varias centurias atrás, desde el Mare Nostrum (zona mediterránea) y los territorios meridionales en dirección al centro peninsular y las tierras del norte.
Las guerras cantabro astures, llevadas a cabo entre los años 29 y 19 antes de la Era, supusieron la primera integración territorial de toda la península bajo un mismo poder. Sería Augusto, imperator romano, quien llevase a cabo esta unificación política.
Los motivos de esta invasión, última fase de la conquista romana del noroeste, son políticos, económicos y sociales. Según el historiador romano Dión Casio la táctica de cántabros y astures consistía en una guerra de guerrillas, evitando la acometida directa sobre las fuerzas romanas conscientes de su inferioridad numérica, su inferior armamento y la invulnerabilidad táctica de las legiones romanas en campo abierto. Su mejor conocimiento de un territorio abrupto y montañoso les permitía ofensivas rápidas y sorpresivas mediante el uso de armas arrojadizas, con emboscadas y ataques de gran movilidad seguidos de un ágil repliegue, que causaban graves daños a las fuerzas romanas y a sus líneas de abastecimiento.
Otorgando credibilidad a las fuentes históricas, los recientes descubrimientos arqueológicos muestran que el desbordamiento de la Cordillera Cantábrica supuso la mayor dificultad de las operaciones bélicas –el bellum cantabrum et asturum-, por las que Octavio Augusto completa la conquista de Hispania entre los años 29 y 16 a.C. Con cuidada planificación militar se construyeron varias vías que, atravesando las montañas, permitían alcanzar la costa cantábrica desde las tierras interiores de la Península Ibérica. Un buen número de campamentos estacionales, situados a gran altura para conseguir un dominio estratégico, acompañaron la ocupación del territorio siguiendo el trazado de las vías por largas sierras.
Toda vez finalizadas las guerras astur cántabras, Augusto emprendió una ardua labor de reorganización del cuadrante noroccidental, explotando los recursos económicos y humanos que ofrecían los nuevos territorios e integrando los pueblos en el sistema de civitates, unidad fiscal y administrativa romana.