La iglesia se construyó a finales del siglo XII, consta de una sola nave, rematada en ábside semicircular cubierto con una bóveda de horno. Articula los muros exteriores por medio de un doble orden de arcos ciegos, que la distinguen de las formas habituales de las iglesias de ladrillo en Toro. Su capilla mayor fue adquirida por don Pedro de Castilla y doña Beatriz de Fonseca a finales del s. XV, para colocar en ella su sepulcro, que se acompañó originalmente de un bello retablo de Fernando Gallego y su taller, lamentablemente trasladado recientemente a la tardogótica capilla de Cristóbal de Tapia. Destaca la decoración del arrocabe de la cubierta, decorado con lacería, heráldica y falsas inscripciones árabes que reflejan el gusto por lo morisco de la sociedad castellana medieval.