Calle de los Moros

Las primeras noticias a moros en Valladolid datan de mediados del siglo XII y se refieren a propietarios de solares en la villa: Zalema y su yerno Mafomat Dentudo en 1148 y Ali el mozo en 1158. En esas fechas, la villa del Pisuerga vivía un clima de prosperidad creciente que despertó atracción a gentes de los contornos, a extranjeros (genéricamente conocidos como francos) y a judíos y moros.

Precisamente, un privilegio concedido en 1177 por Alfonso VIII al abad de Santa María y confirmado más tarde por Fernando III, permitía a éste el cobro del diezmo de propiedad a los titulares de bienes raíces pertenecientes a estas dos comunidades, que años después, en 1221, el abad y el cabildo acordaron repartir. El tesón de las autoridades eclesiásticas por cobrar estas rentas, hace pensar que la vecindad e integración de judíos y musulmanes en la vida urbana vallisoletana debía de ser ya lo suficientemente significativa como para interesar desde el punto de vista económico a la Iglesia Colegial.

Durante los siglos centrales de la Edad Media, ninguna ley restrictiva impedía a los mudéjares afincados en Valladolid vivir mezclados con la población y dispersos por la villa, poseyendo casas y tierras en propiedad en distintas zonas de la villa, que compraban y vendían, o trasmitían de padres a hijos como el resto de sus convecinos. Los escasos testimonios conservados apuntan a una concentración de buen número de ellos en torno a la parroquia de San Martín, donde todavía hoy se encuentra la calle de los Moros. Allí vivían Mahomad, “el de las ovejas” o de doña Aljoar “mora”, viuda de Çuleman Gabonero. Muy cerca de allí, en las inmediaciones del azogue, también moraban un tal Hamed, Çuleman, “moro”, hijo de Brahem de la Rua, o don Alhocen, de profesión vainero. También cerca, en la calzadilla de Santa María, existían hacia 1394 unas casas propiedad de un cristiano, ocupadas entonces por cuatro inquilinos, dos musulmanes y dos judíos.

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