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Llegar a Laguna de Negrillos es hacerlo por una llanura inmensa. La silueta de su castillo y la torre de sus iglesias se perciben desde lejos. Aquí, gracias a los regadíos procedentes del embalse de Barrios de Luna y del trasvase Esla-Órbigo, una cultura intensiva de regadío y plantaciones de choperas han desplazado los campos de cereales de secano.
Las procesiones recorren las principales calles de la localidad, amplias y, en general de trazado recto. El recorrido más repetido es el de enlace entre las dos iglesias de la localidad. Recorrido imprevisto es el que hacen Danzantes desde la casa del Mayordomo a la iglesia, pues el primero es cargo anual.
Viernes de Corpus Christi A media mañana suena la dulzaina y el tamboril en el pueblo. Dejarse arrastrar por su sonido es llegar a la casa del Mayordomo. Allí ensayan ocho mozos, los distintos movimientos y lazos. Es la puesta a punto final, después de casi dos meses de ensayos durante todos los fines de semana. Muy cerca de allí, en la iglesia de Ntra. Sra. del Arrabal ejercita, como los dos últimos meses, sus movimientos San Sebastián. Sabe que lo peor ha pasado, pues todo el mundo le dice que es peor el entrenamiento que la actuación. Sus momentos más duros han sido el mantener el equilibrio y el llegar a dar esa taconazo final, pero ya está dominado. Llega la hora y hay que acompañar al Mayordomo hasta la iglesia de S. Juan Bautista bailando. Los Danzantes, que van vestidos con ropa de calle informal, sólo llevan como rasgo distintivo el mantón rojo que les cruza el pecho siempre por el hombro exterior a su marcha. El Mayordomo lleva el estandarte rojo de la Cofradía y los Jueces, las varas. Al llegar a la puerta, los Danzantes hacen doble fila, por la que entran al templo los miembros de la Junta de la Cofradía.
En este momento vemos a los Birrias. Dicen que son dos, pero aquí vemos cinco, dos mozos y tres niños. Y serán éstos últimos los que mantengan el tipo ante el calor, pues los Birrias mozos se han despojado del mono en su parte alta, dejándolo caer de forma poco adecuada sobre las piernas. Vemos las primeras máscaras, pero puestas en la parte posterior de la cabeza. En la iglesia escuchan la Santa Misa y, al terminar, se organiza la procesión, para acudir a la iglesia de Ntra. Sra. del Arrabal a buscar santos para la procesión del domingo. La procesión la encabezan cruz procesional, dos faroles de plata, Danzantes y los Birrias. Sólo llevan al santo titular de la iglesia, S. Juan Bautista. Sin parar de bailar llegan a la iglesia de Santa María del Arrabal, donde recogen algunas imágenes más y, sin parar, regresan al templo de partida. A la salida, hay la primera exhibición de los Danzantes. Aquí es la única ocasión en que los Birrias se ponen la máscara, pues ellos abren siempre la danza, moviéndose con una pierna flexionada. Durante las procesiones, por respeto al Santísimo, no las llevan. Las danzas habituales de los Danzantes son la baila, el paloteo sencillo, el paloteo doble y el paloteo bailao. Terminada esta exhibición, todos acompañan danzando al Mayordomo hasta su casa, donde les invita a comer.
Cerca de la seis de la tarde se vuelven a oír dulzaina, tamboril y castañuelas. Todos acompañan al Mayordomo y Jueces a la iglesia para la celebración de las Vísperas en castellano. Terminadas éstas, se repite la exhibición de la mañana sin ninguna variante. En torno a las siete de la tarde todos se dirigen al salón de actos de la localidad, para recibir la colación. Tras una larga mesa, cajas con botellas de vino y panes. El Mayordomo, ayudado por otros miembros de la Cofradía, empieza a darles una hogaza de pan y una botella de vino, colación frecuente y consolidada por la tradición en muchas de estas cofradías. Termina así un día, en que no ha intervenido S. Sebastián.
Domingo. Día de Corpus Christi Desde las doce de la mañana, se ve movimiento en la iglesia de S. Juan Bautista. En una de las naves laterales se encuentran preparados todos los santos que van a procesionar. Y en el coro, empiezan a revestirse con los trajes los que van a representar algún papel en el Apostolado. Mientras tanto, S. Sebastián se viste en su casa, a quien van a buscar Birrias, Danzantes, Jueces y Mayordomo desde la casa de éste.
A la una, al son de dulzaina, tamboril y castañuelas, vestido con traje militar napoleónico y una máscara llega al templo S. Sebastián. Entonces penetra en el templo con lentísimos movimientos, siempre andando con el tacón, que posa con enorme suavidad sobre el suelo. Camina por la nave del Evangelio hacia el presbiterio, donde gira con eternas venias para salir por la nave central. Aquí ya se han situado los Danzantes de pie sobre bancos laterales puestos al efecto, para tocar las castañuelas. Los Birrias, sin máscaras, apartan al público para que no estorben la marcha de S. Sebastián. Éste siempre va acompañado por un amigo, que le ha ayudado durante los entrenamientos, que le marca los pasos a seguir, para mantener la tradición y ayudarle en caso necesario.
Del coro ya han bajado todos los Apóstoles, acompañando a Cristo. Los encargados de portar las andas de los santos ya las cogen y comienza el desfile procesional. Encabezado por S. Sebastián, le siguen cruz procesional y faroles de plata, los Apóstoles intercalados entre imágenes de diversos santos de devoción popular, pendones de las cofradías del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora del Arrabal, niños de comunión que tiran al suelo pétalos de rosas, los Danzantes que no cesan en su baile ni un instante, en el denominado “De adelante y para atrás”, por los movimientos que hacen, el Mayordomo y Jueces y el Santísimo bajo palio. Los Birrias no tienen punto fijo para moverse, pues su misión ahora es que nada estorbe la marcha de la procesión.
Así llegan a la plaza del Santísimo Sacramento, vallada en tres de sus partes, para impedir el acceso de la gente. Aquí se ha levantado un sencillo altar, con larga y estrecha tarima de acceso, por la que S. Sebastián con pasos lentísimos, como un autómata, camina, para flexionarse con enorme lentitud ante el altar, en gesto ya de respeto. Hay aplausos entre el público y suenan las castañuelas; los Danzantes interpretan “El baile de las vueltas”, único lugar en el que interpretan esta pieza, caracterizada, como indica su nombre, por los giros que tiene hacia ambos lados.
Prosigue la procesión entre balcones adornados con colchas y mantones. Llegan así a la iglesia de Nuestra Señora del Arrabal, donde S. Sebastián vuelve a inclinarse de la misma forma cortesana y protocolaria ante la imagen de la patrona de la localidad. Durante la Misa, en cambio, S. Sebastián queda en la sacristía, descansando. Terminado el oficio religioso, S. Sebastián sale de la iglesia después de realizar otra venia ante la Virgen. La procesión vuelve, ahora ya sin detenciones a la parroquia de la que salieron. Aquí va a tener lugar el llamado “arrepentimiento”: entra S. Sebastián hasta la altura del coro y, cuando llega el Santísimo, hace otra reverencia. Después, tras el Santísimo, llega hasta el altar mayor, quita sombrero y máscara y se arrodilla hasta que el Santísimo es introducido en el sagrario. Después, “avergonzado de sus acciones”, según cuentan, sale a paso ligero de la iglesia, dirigiéndose a su domicilio, acompañado de Danzantes, Birrias, Mayordomo, Jueces y músicos. Con ello, termina la celebración.