La parroquial de La Vídola es un edificio de notable prestancia, excediendo sus dimensiones a las de otros templos de esta ruta, aunque formalmente redunda en un mismo modelo, tan característico de este entorno geográfico y de una época concreta, el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna. Se erigió en sillería de granito y con limpios volúmenes al exterior, donde se percibe claramente su estructura de nave única reforzada por contrafuertes, torre espadaña a los pies y cabecera cuadrangular. Al interior, sus muros sufrieron los rigores de la piqueta, aunque aquí con bastante más fortuna que en otros lugares, pues se detuvieron al percibir la existencia de pinturas. El conjunto conservado es bastante amplio y tapiza por completo todo el testero de la capilla extendiéndose hoy únicamente hacia el muro del Evangelio.
El centro del testero está ocupado por un ya recurrente retablo fingido, cuyas divisiones verticales y horizontales generan seis encasamientos. Los de las calles laterales repiten las escenas vistas en Carrascal, es decir, Anunciación, Nacimiento, Epifanía y Huida a Egipto, con muy escasas variaciones. Mayores diferencias encontramos en la calle central albergando su cuerpo superior una Crucifixión y el inferior un solado de losetas dispuestas en acusada perspectiva y un aparatoso cortinaje con dos ángeles volanderos que sostienen una corona. Acaso se pensó para disponer una talla mariana delante y gracias a ese sutil trampantojo efigiar una Coronación de la Virgen.
Al contrario que en otros conjuntos aquí el retablo se flanqueó por cuatro grandes composiciones hasta completar la superficie del testero. Por su mayor tamaño y simplicidad compositiva parecen mejor resueltas y de mayor calidad. De izquierda a derecha y de arriba abajo encontramos el Martirio de San Sebastián, San Juan Bautista, San Pedro y San Francisco recibiendo los estigmas.
Resta, únicamente, la pintura conservada en el muro del Evangelio. A pesar de estar parcialmente mutilada, reconocemos una escena de lucha con jinetes que portan lanzas, soldados a pie con espadas y adargas, cabezas con turbantes yaciendo en el suelo, etc., por lo que pudiéramos estar ante una representación del apóstol Santiago en la Batalla de Clavijo.