Ruta de la Plata

 

La Vía de la Plata en la actualidad

En la actualidad en la vía se pueden distinguir dos tramos bien diferenciados, el sur desde Mérida a Salamanca, y el norte, hasta Astorga. La diferencia radica en la existencia en el trecho meridional, de elementos de ingeniería de factura romana que facilitaban el tránsito por la calzada. Se conservan restos de puentes, alcantarillas y bordillos, así como tramos con empedrado y guijarros. Además, es en la zona situada al sur de la provincia de Salamanca, donde se han localizado numerosos miliarios, que hacen referencia a las intervenciones imperiales, destinadas a su conservación.

El tramo norte no conserva apenas restos, siendo en la mayoría del trazado, un camino terrero, enmascarado en muchas ocasiones con los caminos ganaderos actuales.

El porqué de esta desigualdad debemos buscarlo en diferencias administrativas del orden romano. El tramo meridional, sabemos que ya estaba en uso en el siglo II a. C., en la zona limitada por las cuencas de los ríos Guadiana y Tajo, ya que en esos momentos era necesario el tráfico de las tropas romanas por esta zona, para someterla.

Hacia el 80 a. C., el avance de las tropas hacia el norte, hizo necesaria la prolongación de la vía hasta el Puerto de Béjar y se producen entonces algunas fundaciones que jalonan el camino, como Metellinum (Medellín), Castra Caecilia (junto a Cáceres), y quizás vicus Caecilus (Puerto de Béjar).

En los últimos tiempos, una nueva sensibilidad a la hora de acercarse al territorio ha hecho renacer la antigua vía como medio de transporte. Se trata de tener un conocimiento más directo de los paisajes y atravesarlos con nuestros propios medios. A diario numerosos caminantes o ciclistas utilizan la Vía de la Plata, por el fin mismo de recorrerla o como transito hacia algún destino, especialmente a Santiago, pues buena parte de su trazado coincide con el denominado Camino Mozárabe. Esto también ha motivado a las administraciones que ahora se preocupan, tanto de su mantenimiento, como de la señalización del itinerarío. Así se ha iniciado una tarea de recuperación de los antiguos miliarios romanos y de distintos tramos de la calzada, con el fin de que estos modernos viajeros puedan ver que están recorriendo un camino histórico, transitado desde antiguo y que hunde sus raíces en tiempos pretéritos.

 

La Vía después de Roma

llamada Vía de la Plata, ni mucho menos la disminución de su importancia. Sabemos que por ella transitaron los Suevos, Vándalos y Alanos, que los visigodos usaron su trazado y se ocuparon incluso de su mantenimiento y que incluso fue una de las vías de penetración de las razzias musulmanas contra los reinos cristianos del norte. El reino de León en su desarrollo repoblador hacia el sur, basó sus avances principalmente en este camino, arrinconado como se encontraba, por el oeste por Portugal y por el este por el reino de Castilla, su única vía de expansión era la de los territorios atravesados por la Vía de la Plata.

Con el descubrimiento de la tumba atribuida al Apostol en Compostela, este itinerario se convirtió también en ruta de peregrinaje y en el trayecto más natural utilizado por los cristianos del sur, en el denominado camino mozárabe hasta Santiago.

Durante el reinado de Alfonso X (1282-1284), se creó el Honrado Consejo de la Mesta, institución en la que se unieron los ganaderos trashumantes, que desplazaban sus animales en invierno buscando pastos cálidos y en verano hacia zonas frescas de montaña. La mesta subsistió hasta el siglo XVIII, y hasta ese momento la ganadería trashumante siguió utilizando las cañadas, y en especial el trazado de la Vía de la Plata. Numerosos tramos de ésta forman parte de la conocida como Cañada de La Vizana, en las provincias de Zamora y León.

En la Edad Moderna todos aquellos que querían llegar al sur de la península desde la Meseta norte, atraídos por las noticias sobre el Nuevo Mundo, también habrían seguido este camino. Por él se difundieron la cultura y las ideas en época moderna siendo con el Renacimiento cuando comenzó el interés por la Vía, por conocer su origen y sus restos.
Sin embargo los primeros estudios de eruditos son de los siglos XVII y XVIII, a lo que se une el interés que mostraron los franceses a su llegada a la península en el contexto de las Guerras Napoleónicas.

Será desde finales del siglo XIX y ya en el XX, cuando se lleven a cabo los estudios más exhaustivos sobre la Vía, que intentaban diferenciar los restos antiguos de los modernos.

Además de la pérdida de los privilegios de los ganaderos, los numerosos conflictos generados por, la aparición del ferrocarril y su uso como medio de transporte de ganado, provocó que decayera el uso de la Vía de la Plata, principalmente como cañada ganadera.
El trazado de la vía, rectilíneo y adaptado al terreno, ha sido sin duda el elemento primordial para que subsista a lo largo de toda la prehistoria e historia peninsular, siendo testigo mudo de los diferentes movimientos humanos y culturales que se han desarrollado y han conformado nuestra historia.

 

La Vía Romana

El recorrido de lo que se denomina Vía de la Plata es de 313 millas romanas (aproximadamente 463 km) y enlazaba la ciudad de Mérida (Emerita Augusta, fundada en el año 25 a.C., capital de la provincia romana de Lusitania) con Astorga (Asturica Augusta, fundada en el año 27 a.C., en la provincia Tarraconense). El camino que unía ambas ciudades no era en realidad una única Vía, si seguimos los datos que nos ofrece el Itinerarium Antonini. En esta obra del siglo III d. C., que recopila las rutas principales del Imperio Romano, se describe la Vía XXIV como iter ab Emerita Caesaraugustam, es decir camino de Mérida a Zaragoza. Discurría con sentido sur-norte hasta Ocelo Duri (en un punto sobre el Duero, cercano de la ciudad de Zamora, posiblemente en Villalazán), para desde aquí girar con sentido este, pasando por Complutum (Alcalá de Henares) y Bilbilis (Calatayud), hasta llegar a Caesaraugusta (Zaragoza), recorriendo un total de 632 millas romanas.

La fuente romana nos describe, además, el trazado de la Vía XXVII ab Austica Caesaraugustam, es decir el camino que unía los núcleos que actualmente conocemos como Astorga y Zaragoza, recorriendo 497 millas romanas, primero en sentido norte-sur hasta Ocelo Duri, para desde allí, dirigirse con sentido este, hacia Caesaraugusta por el mismo camino antes descrito.

La intervención del mundo romano se basó, como ya hemos visto, en la adecuación de un camino que se venía utilizando desde tiempos antiguos, poniendo en práctica sus amplios conocimientos técnicos para acomodar el camino a sus necesidades, primero las generadas por la conquista y después las destinadas a la comunicación del Imperio.

Así, se erigieron construcciones como puentes y alcantarillas y se dio firmeza al trazado, con la superposición de capas de tierra, grava y piedras.

Estas obras estaban patrocinadas y auspiciadas por los emperadores y como recuerdo de ello, se erigían miliarios, grandes monolitos de piedra que jalonaban el camino, marcando las millas de los recorridos y, en muchos de ellos,se inscribían textos alusivos al emperador que auspiciaba la obra. Se han recuperado dos miliarios erigidos por el emperador Augusto (que estuvo en el poder del 27 a. C. al 14 d. C.), en los dos extremos del camino, en Mérida y Astorga, lo que avala así la unidad que existía en el trazado, aunque éste en realidad formara parte de las dos vías diferentes antes descritas.

Los miliarios que se colocaron desde el reinado del emperador Tiberio (del 14 al 37 d. C.), hacen ya referencia a intervenciones puntuales encaminadas al mantenimiento de la vía. Se conocen actuaciones llevadas a cabo por este emperador en el año 25, y también la realizada en época de Nerón, entre los años 57 y 59, que afectó a toda la vía y que debió tener gran importancia, por la cantidad de miliarios recuperados que aluden a ella.

De los emperadores de la dinastía flavia, (Vespasiano, Tito y Domiciano, desde el año 69 hasta el 96 d. C.), no se conserva ningún miliario, hecho que puede llamar la atención, ya que estos emperadores llevaron a cabo numerosas obra civiles en Hispania.

Será con Trajano (97-117 d. C.) cuando se realicen nuevas intervenciones importantes en la vía, alrededor del año 98. Esta debió ser de gran envergadura, pues se conservan 23 miliarios que aluden a ella, y también a su sucesor Adriano, fechados en el año 121.

No será ya en el siglo III cuando se vuelva a intervenir en el camino, esta vez por parte de los emperadores Alejandro Severo, Máximo el Tracio y Dacio, y más tarde Constantino y sus sucesores, en los años 324 y 326. El miliario recuperado más tardío conservado, es uno de Valentino I, fechado entre los años 354 y 367.

Cuando el ejército romano comenzó la conquista, adecuó los caminos naturales que surcaban la península, al avance de sus tropas y, una vez finalizados los conflictos, a la organización administrativa imperial, ya que esta vía unía la capital de la provincia de Lusitania, con Asturica Augusta, unos de los tres centros administrativos que fueron creados en el noroeste tras finalizar la conquista. Fue en origen medio de expansión del ejército, para una vez pacificada Hispania, convertirse en eje vertebrador de la administración imperial.

Sería con Augusto, cuando se prolongara hacia el norte, con la intención de unir la zona recientemente pacificada, el noroeste peninsular, con la meridional, ya plenamente integrada en el sistema administrativo romano. Es ahora cuando se divide la provincia Ulterior en dos nuevas unidades, la Bética y la Lusitania, incluyendo en esta última las zonas recientemente pacificadas. Esta división parece que podría responder a las diferentes necesidades que planteaba la zona norte y occidental, recién incorporada, con respecto a la sur, ya plenamente integrada en la órbita romana y puede que así se expliquen las diferentes características que presentan los restos que hoy conocemos de la vía, los existentes desde Mérida a Salamanca, numerosos y de entidad, y los situados al norte de esta ciudad, apenas apreciables.

 

Los antecedentes prerromanos

Que la Vía, con los restos constructivos que conocemos hoy, es una herencia del mundo romano, es un hecho innegable. Sin embargo es lógico pensar que en época altoimperial, cuando se construyeron puentes y alcantarillas y se empedraron determinadas zonas del camino, se haría sobre un trazado ya existente, que respondería a las necesidades de tránsito de gentes y ganado, que desde la prehistoria se llevaría a cabo entre el norte y el sur peninsular. Se ha sugerido y, parece lógico que así sea, que por este camino se desplazaran ya los cazadores prehistóricos, desde época neolítica.

Ellos jalonaron los alrededores de la ruta con sus famosos verracos de piedra, lo que nos habla de la importancia que para estos pueblos tuvo la ganadería. Es evidente que el intercambio cultural que la arqueología ha atestiguado en diversas etapas de la prehistórica entre diferentes grupos humanos que habitaban en zonas alejadas de la península, debió producirse por estos caminos, que marcan además, algunos de los caminos de latrashumancia.

Existen varias hipótesis que intentan explicar hoy su nombre, su origen. La comúnmente aceptada es que podría basarse en la raíz árabe al-balath o balata, refiriéndose al pavimento ya que se traduciría como calzada o camino enlosado o pavimentado, con la evolución de b(a)lata a plata. El nombre sería así una redundancia, significando algo Vía de la Calzada; algo parecido a lo que sucede cuando en castellano adoptamos el topónima árabe para río (Wadi). Una segunda hipótesis se basa en un origen clásico, en la palabra latina lata, significando vía ancha, idea que siguió también el viajero Ponz, que recorrió España entre 1772 y 1794 y publicó su obra Viage de España, en la que relató sus andanzas por la península, recorriendo en determinadas zonas la propia calzada.

Las primeras menciones escritas de este nombre son de comienzos del siglo XVI y se la denomina simpletente La Plata.

 

Sobre el origen del nombre

Las primeras reseñas documentales en los que se menciona este camino son de origen medieval. Se trata de textos de carácter jurídico que aluden a problemas de lindes de propiedades que, en ocasiones, citan la Vía como referencia de determinados territorios. Es decir, poseía la suficiente entidad como para poder ser útil en litigios, pero sin embargo no se conservan textos que se refieran al camino como una ruta de desplazamiento usada por hombres y ganado.

Pero es a partir del final de la edad del Bronce y la Edad del Hierro cuando esta vía de comunicación se convierte en un corredor por el que discurren ideas y mercancías desde el mundo Tartésico del sureste hasta la Meseta Norte. Por ella se moverán grupos humanos, como los vettones, el pueblo prerromano que ocupó buena parte de los territorios por los que discurrió su trazado en las provincias de Cáceres, Salamanca y Zamora. Ellos jalonaron los alrededores de la ruta con sus famosos verracos de piedra, lo que nos habla de la importancia que para estos pueblos tuvo la ganadería.

Es evidente que el intercambio cultural que la arqueología ha atestiguado en diversas etapas de la prehistórica entre diferentes grupos humanos que habitaban en zonas alejadas de la península, debió producirse por estos caminos, que marcan además, algunos de los caminos de la trashumancia.

Guía Arqueológica

Vía de la Plata

de Castilla y León

Introducción

Con el objetivo primordial de garantizar la mejor protección del Patrimonio Arqueológico de la Comunidad y propiciar su custodia y valoración social, la Junta de Castilla y León ha llevado a cabo un ambicioso programa de difusión del mismo. En el caso que nos ocupa se ha basado en el inventario y puesta en valor de gran parte de los restos que aún se conservan de la calzada de origen romano, que la atraviesa de sur a norte el occidente de Castilla y León, conocida como Vía de la Plata. Este camino histórico que originalmente conducía de Merida (Emerita Augusta) hasta la capital del territorio de los astures, Asturica Augusta (Astorga), ha seguido utilizándos durante siglos como vía de comunicación entre el mediodía peninsular y la Meseta Norte, hundiendo sus orígenes en rutas indígenas, anteriores a la organización política que propició Roma.

En este trabajo hemos pretendido recopilar los restos, miliarios, puentes, alcantarillas o tramos de la Vía, describiendo sus características y registrando su localización, con el objetivo de que puedan ser visitados . Algunos de ellos se encuentran inventariados y forman parte de complejos arqueológicos, por lo que su visita es posible y está señalizada. En otros, por el contrario, su localización es más complicada, motivo que justifica esta obra, ya que pretende presentar un inventario exhaustivo de todos ellos tratando de reparar la situación de aquellos menos favorecidos, bien por el paso del tiempo, bien por el olvido histórico.

Con la colaboración de Junta de Castilla y León Castilla y León es vida POCTEP Unión Europea
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De Puerto de Béjar a Salamanca

77 Km.

Esta es la etapa más meridional de la Vía de la Plata en su paso por Castilla y León, donde entra desde Extremadura ascendiendo por los pasos naturales que se sitúan al pie de la Sierra de Bejar. Recorre 72 km y sus restos pueden verse en los términos municipales de Peñacaballera, Puerto de Béjar, Aldeacipreste, Cantagallo, Béjar, Calzada de Béjar, Navalmoral de Béjar, Peromingo, Valdefuentes de Sangusín, Valverde de Valdelacasa, Fuenterroble de Salvatierra, Casafranca, Guijuelo, Pedrosillo de los Aires, Membribe de la Sierra, Miranda de Azán, Aldeacipreste y Salamanca.

Sin duda, se trata del tramo en el que se puede seguir mejor el trazado del antiguo camino y que más restos de origen romano conserva. Podemos ver abundantes miliarios, puentes, alcantarillas y diversos tramos de la vía, algunos de ellos sacados a la luz en recientes excavaciones arqueológicas.

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De Salamanca a Zamora

62 Km.

Esta segunda etapa de la ruta recorre 62 km, dejando atrás la ciudad de Salamanca lo que supone con un cambio radical del paisaje. Ya no encontramos las dehesas del sur de la provincia que han dado paso a los amplios campos de cultivo de secano de la comarca de la Tierra del Vino.

El número de elementos arqueológicos de época romana, son ahora mucho menos numerosos, así como los restos de la propia vía. Aun así se conserva su trazado, que coincide casi plenamente, con la cañada ganadera de la Vizana, y que en ocasiones queda enmascarado con la autovía A-66.

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De Zamora a Benavente

62 Km.

Esta tercera etapa recorre 62 km hasta Benavente, enfilando ya hacia tierras leonesas. Se recorre la comarca de Tierra del Pan. Los restos relacionados con la calzada romana son apenas existentes, mientras que lo que sí se puede rastrear es su trazado, coincidente con la cañada ganadera.

Pero si bién no encontramos demasiados restos de la vieja vía romana en este trayecto, sus alrededores están plagados de vestigios de esta antigua civilización.

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De Benavente a Astorga

66 Km.

La cuarta y última etapa culmina en Astorga, la Asturica Augusta de los romanos. Recorre una longitud de 66 Km y aquí los elementos propios de la vía que han perdurado de etapas pasadas siguen siendo escasos.