Warscapes: documentando la presencia militar romana en la Campiña de Sasamón
El proyecto Warscapes plantea un nuevo estudio arqueológico en la región Odra-Pisuerga desde la óptica de la Arqueología del Conflicto. Por un lado se investigan los tiempos, formas y resultados de la presencia del ejército romano en torno a la antigua ciudad de Segisama; por otro se analiza su impacto tanto en las comunidades indígenas de la Segunda Edad del Hierro como en la posterior ocupación altoimperial. La presencia en Hispania (según fuentes grecolatinas como Floro y Orosio) del mismo Octavio Augusto al comienzo de las Guerras Cántabras (29-19 antes de Cristo) refuerza la importancia de este conflicto en la ideología del nuevo sistema político romano.
Basándose en los trabajos de fotografía aérea realizados por Del Olmo, Abásolo y Didierjean en las zonas de Carrecastro, Carrezuel y Arroyo del Puerco, se emplea una metodología combinada de diferentes técnicas investigadoras no invasivas:
- Creación de un nuevo marco de interpretación e investigación en las guerras cántabras.
- Interpretación de posibles estructuras a partir de modelos digitales de elevación (MDE) creados a partir de datos del dispositivo de detección láser LiDAR.
- Reconstrucción del paisaje previo a la mecanización de los sistemas de arado para comprender la formación del paisaje actual. Para ello se ha creado un modelo fotogramétrico a partir de las fotos del Vuelo Americano de 1956.
- Recogida de materiales arqueológicos en superficie y estudio para rastrear la posible presencia u ocupación de época romana altoimperial en dichas zonas.
- Prospección magnética en zonas clave del campamento documentado por Abásolo y Didierjean.
- Vuelos con dron para documentación de la zona y toma de fotografías aéreas oblicuas.
- Prospección geofísica de diversas anomalías detectadas en la fotografía aérea.
Los resultados facilitan la comprensión del recinto localizado en Carrecastro, un campamento romano de breve ocupación, orientado hacia la ciudad romana y fundado con posterioridad a esta, cuyos parapetos están allanados, si bien su foso perimetral es todavía identificable gracias a la acumulación diferencial de humedad. También se han observado otras huellas en el entorno de la población fortificada indígena de Castarreño que podrían responder a instalaciones militares romanas. Los restos dispersos en superficie delatan la presencia del ejército romano a finales del siglo I antes de Cristo.
Todos estos indicios nos llevan a replantear el papel del grupo turmogo en sus relaciones con Roma: ¿Fueron efectivamente estos pueblos sus aliados? ¿Cuándo y cómo se produjo el traslado del hábitat al llano?, cuestiones muy relevantes que el avance de la investigación irá respondiendo paulatinamente.