el acueducto
de segovia
Conducción
de agua.
Canal urbano
soterrado
Canal urbano
LEGADO ROMANO
DE SEGOVIA
El acueducto
Conducción por
las calles de Segovia
Pilares del acueducto
Zona monumental
El Acueducto es el bien patrimonial más destacado del periodo romano en Segovia. La ciudad, situada sobre una peña de naturaleza kárstica, carece de manantiales naturales suficientes para abastecer a la población asentada en la zona alta. Un agua de buena calidad resultaba un preciadísimo bien para el modo de vida romano: fuentes, termas, jardines, letrinas, etc. exigían de su amplio suministro. La demanda fue solventada gracias al Acueducto.
Además de esta necesidad, otra serie de factores influyeron en su construcción. Se convirtió en una herramienta para la propaganda política del municipio, símbolo del urbanismo romano y manifestación del poder de Roma y su emperador. Así quedó plasmado en la inscripción del sotabanco que, situada entre las pilas 107 y 109 de la zona monumental, fue reconstruida por el arqueólogo húngaro G. Alföldy en 1992. El texto, compuesto con letras de bronce fijadas a los sillares de granito, relata lo siguiente (pulsa sobre la imagen para ver el texto):
I
II
III
IV
Todo acueducto se componía de tres sistemas: la captación (caput aquae), el transporte (ductio) y la distribución (erogatio aquarum). El segoviano alcanza una longitud total de 16.186 m, de los cuales 13.362 m discurren, desde el caput aquae, fuera de la ciudad actual y los 2.824 m restantes dentro de ella.
Para la captación, en el arroyo de la Acebeda, en los bosques de Guadarrama, se cumplieron los requisitos de elegir una altitud mayor que la zona más elevada de la ciudad, así como en asegurar un cauce copioso, constante y de buena calidad.
El azud que hoy conocemos es fruto del proyecto de conducción de agua de 1929 de Aguirre y Pagola, promovido por el ayuntamiento de la ciudad. Este se superpone a las estructuras precedentes de los siglos XV-XVI que a su vez se colocaron sobre la presa que ya funcionaba en este punto en los siglos XI-XII.
El trazado del canal desde el azud hasta la ciudad era una tarea compleja. Se debía elegir la ruta más directa, pero a su vez más económica teniendo en cuenta los obstáculos orográficos que pudieran encontrarse. Así mismo, el canal debía contar con una pendiente regular poco acusada (entre el 0,1 y 0,3 %) para evitar que el agua tuviera demasiada fuerza y causara roturas, erosión o arrastre de piedras y arena.
Para evitar que el agua pudiera contaminarse por acciones naturales (vegetación, animales, corrimientos de tierra, etc.) o de sabotaje, el canal era subterráneo (salvo en aquellos puntos en los que debía ir sobre muros y arcos para salvar una depresión del terreno). De este modo el agua mantenía sus propiedades y además se evitaba la congelación, factor muy a tener en cuenta en el caso segoviano.
Siguiendo estas premisas, el specus (conducción) discurriría desde las laderas de la sierra hasta la entrada en la ciudad. Para romper la carga hidrodinámica (fuerza del agua) y eliminar los posibles elementos que hubiera arrastrado el cauce, se levantaron, al menos, dos desarenadores. Estas construcciones fueron reformadas entre los siglos XV y XVIII en múltiples ocasiones, por lo que apenas queda huella de los originales romanos. El primero de ellos, junto a los depósitos de Chamberí, se conoce como la Casa de Piedra. Es una pequeña construcción de planta rectangular (5,9 x 5,5 m), con cubierta a dos aguas sobre una bóveda apuntada y muros de mampostería con sillares de granito reutilizados en el zócalo y las esquinas. El interior alberga un pequeño depósito de 3 m de profundidad del que parte un canal de desagüe hacia un conducto conectado con el río Clamores. El segundo es el desarenador de San Gabriel, un edificio rectangular (8,9 x 7,5 m) con cubierta a dos aguas sobre bóveda apuntada. A su interior se accede a través de unas escaleras adosadas al canal, que llega a la construcción por el sureste. Dentro se encuentra un estanque del que parte un canal de desagüe hacia el exterior.
A partir de este punto comienza el tramo de arcadas (arquationes). Se trata de la parte del canal elevada del suelo sobre muro y arcos, a fin de salvar la vaguada hoy conocida como Azoguejo. El recorrido tiene una longitud de 959 m desde el canal sobre muro que accede al desarenador de San Gabriel hasta la Calle Conde Gozzola Ceretto, ya en el interior del recinto amurallado. Son en total 725 arcos, divididos en seis alineaciones, de los cuales 81 son simples (un piso) y 43 dobles (dos pisos), con 120 pilares, y 24.700 sillares de granito (aproximadamente). La altura máxima que alcanza en el Azoguejo es de 28,1 m.
El tramo monumental comprendido entre la calle Almira y el postigo del Consuelo conserva intacta la obra de ingeniería romana del siglo II d. C., con algunas reparaciones y añadidos de época moderna y contemporánea. Las arcadas que se encuentran entre el desarenador de San Gabriel y la calle Almira han sido objeto de múltiples derribos y reconstrucciones. De hecho, la noticia más antigua que tenemos sobre el Acueducto hace mención al derribo de treinta y seis arcos por parte del taifa de Toledo, Yahya ibn Ismail al-Mamun (1045-1075) en esta zona. Así mismo, con los Reyes Católicos, entre 1484 y 1489, se reconstruyen y restauran varios arcos en este mismo punto.
Los pilares sobre los que voltean los arcos se asientan directamente sobre el sustrato rocoso más sólido (granito y gneis), o bien cuentan, allí donde la base es más inestable (arenas, arcillas, areniscas, calizas y dolomías), con una zanja de cimentación que puede alcanzar los 5 m de profundidad para asegurar la estabilidad de la estructura. Todos los pilares son de sección cuadrangular, su anchura decrece en altura (solo en los pilares del primer piso) y están compuestos por hasta cuatro cuerpos separados por impostas con cornisas de molduras simples.
El sistema constructivo empleado sigue el aparejo denominado opus quadratum, a base de grandes sillares de granito, bien escuadrados, colocados en seco, sin argamasa. El acabado es tosco, aunque en algunos casos se rebajan las juntas para crear cierto almohadillado y resaltar el efecto de claroscuro.
Aún se conservan en muchos de los bloques huellas de factura, como las marcas dejadas por las cuñas empleadas para su extracción, las estrías del picado de su superficie, los alisados de las aristas externas, los agujeros para ajustar las tenazas de las grúas que elevaban los bloques o las hendiduras realizadas para ajustar los sillares a su posición definitiva.
Los últimos 1220 m de la conducción recorren bajo tierra las calles de la ciudad, desde la calle Conde Gazzola Ceretto, junto al postigo del Consuelo, hasta el Alcázar. Este “Canal Madre” o “Madre del Agua”, como se le ha conocido desde la Edad Media, no muestra huellas que indiquen la presencia del specus de época romana. Puede que el conducto original siguiera otro trazado o que este haya desaparecido con las profundas reformas realizadas a finales del siglo XV e inicios del siglo XVI. Tal circunstancia pudiera haber provocado que al menos el canal originario de época romana y otras instalaciones auxiliares que pudieron existir (castellum aquae) hayan desaparecido o se hayan visto muy alteradas. En cualquier caso, las numerosas actuaciones arqueológicas que han localizado el canal en varios puntos de su recorrido, no han documentado vestigios de época romana.
El canal urbano soterrado, atribuible por tanto a una etapa incierta de la Edad Moderna, está construido con bloques de granito machihembrados y unidos con betún, de 0,6 m de anchura y 0,65 m de altura. La sección del canal, en forma de escotadura, tiene 0,3 m de anchura por lo mismo de profundidad. La conducción quedaba cubierta con losas de granito o caliza, apenas desbastadas, que fueron sustituidas en ciertos puntos por losas de pizarra en los siglos XIX-XX.
Acueducto
extraurbano
Desarenador de
San Gabriel