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localización del monasterio
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El monasterio de Santo Domingo de Silos está situado en la Comunidad Autónoma de Castilla y León al sureste de la provincia de Burgos en el municipio que ha tomado este nombre.
El enclave del monasterio se encuentra en el ámbito geográfico meridional de la sierra de la Demanda, entre la Peña de Carazo al norte y las Peñas de Cervera al Sur. El centro monástico y núcleo urbano están en un pequeño valle, conocido como valle de Tabladillo desde el siglo X, surcado por el arroyo Mataviejas y el río Peñacoba que se dirigen hacia el oeste buscando el río Arlanza. En sus inmediaciones se encuentran espacios con potentes estratos calizos que con la erosión del agua han originado lugares de interés kárstico, como el cercano desfiladero de La Yecla.
Está declarado Monumento en el año 1931 y, por tanto, dotado del grado máximo de reconocimiento cultural y protección que establece la legislación de patrimonio cultural.
Este reconocimiento se debe a los siguientes aspectos:
• Excepcional legado artístico: destacando el claustro románico, el legado documental y el conjunto de bienes muebles – esmaltes, orfebrería, etc. – conservados, que le convierte en uno de los monasterios más destacados de toda Europa.
• Importancia histórica de la abadía como centro espiritual y como integrante de la orden benedictina.
• Recuperación de la vida monástica.
• Salvaguarda, promoción y difusión del canto gregoriano, como integrante del patrimonio cultural inmaterial y testimonio destacado de la espiritualidad monástica.
• Promoción del arte contemporáneo con la celebración en la abadía de exposiciones temporales de artistas actuales.
El paisaje que rodea el monasterio de Santo Domingo de Silos es de sierra, la situada entre el río Arlanza, al norte, y al sur y más alejado, el valle del Duero. Concretamente se ubica en la zona oriental del pequeño valle de Tabladillo.
En estas tierras burgalesas se localizan los sabinares más extensos y mejor conservados de todo el planeta, pudiendo llegar a superar algunas de las sabinas los dos mil años de vida. La fauna de la zona incluye buitres leonados, lobos, corzos, jabalíes, nutrias, gatos monteses, halcones peregrinos, águilas reales, perdices pardillas, así como diversas aves acuáticas.
El monasterio se encuentra integrado en la localidad homónima, que cuenta con unos 300 habitantes.
Vista del monasterio y la sierra
Vista exterior de l monasterio
Torre de la Iglesia
Vista aérea del monasterio
Arco de San Juan
Arco de San Juan
Vista del monasterio desde el Arco de San Juan
Lavadero
Puerta de acceso para visitar el monasterio
Vista exterior del monasterio
Vista exterior del monasterio
Cabecera de la iglesia. Vista exterior
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En su entorno es visita obligada la localidad de Covarrubias, el monasterio de San Pedro de Arlanza y el desfiladero de la Yecla.
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Santo Domingo de Silos
historia del monasterio
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La vida monástica en todo el Valle de Tabladillo ya existiría a fines del siglo IX, y se organizaría en granjas monástico-familiares, si bien, la primera referencia escrita del monasterio de Silos, es de 954, en un texto que relata cómo el Conde de Castilla, Fernán González, donó sus territorios y el dominio de la zona, para que allí se asentara la comunidad religiosa.
Se considera que el monasterio fue fundado en los años finales del siglo IX o principios del X, con la advocación de San Sebastián, y lo harían religiosos posiblemente procedentes del sur peninsular, y esto ocurre en el mismo momento en que se fundan los monasterios cercanos de Arlanza o Cardeña.
El valle de Tabladillo se situaba en zona estratégica, primero dentro del Condado de Castilla y después, en el Reino de Castilla, entre los siglos IX y XI. Se encontraba en la frontera entre los territorios cristianos y los del Califato de Córdoba y ello provocó que sufriera las constantes incursiones de Almanzor y sus tropas, lo que provocó una constante situación de gran inestabilidad hasta después del año 1000.
Vista general de los exteriores del monasterio
Exteriores del monasterio
Exteriores del monasterio
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Esta constante amenaza, provocó una decadencia espiritual y material del monasterio, y del valle en general. En estos momentos de declive del monasterio, llegó, avalado por Fernando I de Castilla, un monje procedente de San Millán de la Cogolla, llamado Domingo, que se estableció en Silos en 1041. Durante sus años como abad de Silos, contagió a la comunidad su espíritu restaurador e hizo revivir al monasterio y a la comunidad. Murió en 1073 y fue enterrado en el claustro, pero ya en 1076 fue canonizado y entonces se trasladaron sus restos a la iglesia donde se le dedicó un altar, convirtiéndose su tumba en un gran centro de peregrinación.
La llegada de peregrinos a la tumba de Santo Domingo cada vez era más numerosa, y ello provocó que se tuviera que reformar el monasterio y se modificara el plano del templo, consagrando el nuevo en 1088, construido bajo la moda románica. A partir de este momento, se verá beneficiado de numerosas donaciones de la nobleza y la monarquía que aumentaron considerablemente su poder económico y jurídico. La intervención de Alfonso VIII y su mujer Doña Urraca, propiciaron que se pudiera seguir levantando el claustro.
Urna con los restos del Santo en la Capilla de Santo Domingo
Cenotafio del sepulcro rodeado de cadenas
Claustro románico desde el antiguo sepulcro
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En el siglo XI la poderosa familia Finojosa tomó protagonismo y se vinculó al monasterio, hasta mediados del siglo XII.
Desde el último tercio del siglo XII, se produjo en Silos un período de renovación que hoy se puede rastrear en todo el conjunto monumental. En estos momentos se terminó el claustro bajo y varias de las dependencias anexas, además se amplió la iglesia hacia el oeste y se construyó el pórtico norte. La última gran intervención en el claustro, se hizo en los inicios del siglo XIII, cuando se terminó el sobreclaustro.
Desde este momento, y a lo largo de la Edad Media, sólo se llevaron a cabo intervenciones puntuales ya que la obra principal estaba ya concluida. En 1384 se produjo un gran incendio que afectó a parte considerable del conjunto monástico, que tuvo que ser reconstruido.
Planta baja y primera del Claustro
Claustro románico
Planta primera del Claustro
Claustro, alzado y sección padre Roman Saiz para FJ Pérez de Urbel
Galerías septentrionales del Claustro
Interior del claustro románico
Exterior del claustro románico
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A comienzos del siglo XVI, fray Francisco González de Curiel (1503-1507), que se caracterizó por ser uno de los últimos abades independientes, mandó intervenir en la sala capitular románica y la convirtió en una capilla gótica, con la advocación de Santa Cruz, siendo desde entonces lugar destinado a la sepultura de abades. Es de planta poligonal y se respetaron las dimensiones de la románica, así como los arcos de entrada, pero se recreció en altura para abovedarla y ello afectó al dormitorio ubicado sobre ella.
Del mismo siglo, el XVI, concretamente de mediados de la centuria, es la capilla de los Santos Reyes, que mandó construir la familia de los Castros y Otáñez. Estaba ubicada en el primer tramo de la nave del evangelio de la iglesia alta y la cerraba una media naranja de yeso y ladrillo.
Arcadas de la Sala Capitular
Arcadas de la Sala Capitular
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Antes de finalizar el siglo XVI se planteó la sustitución del claustro, despreciándose la obra románica, tal y como se había ya hecho en otros monasterios, pero, por suerte, sólo se intervino en la iglesia, donde se realizaron varias reformas, como la perforación del transepto meridional para facilitar el acceso a la nueva sacristía, en 1598; o la restauración de la fachada occidental en 1604, donde se colocaron entre 1709 y 1713, las estatuas del benefactor Alfonso VI, y del presunto fundador, Recaredo. Otra obra se realizó en 1712, y se perdió la primitiva escultura de la fachada exterior del pórtico septentrional.
En 1732 se decidió trasladar la sepultura del santo desde el templo a una capilla instalada sobre la antigua sala capitular, para lo que se desmontó la cubierta tardogótica. En 1751, tras obtener el permiso de la Congregación vallisoletana, se derribó la iglesia románica original, que se encontraba en muy mal estado. El proyecto del nuevo templo fue realizado por Ventura Rodríguez, mientras que las obras las dirigió Antonio Machuca, ayudado por el monje arquitecto fray Simón Lexalde. Las obras fueron muy lentas y finalmente se pudo consagrar el templo en diciembre de 1793.
Planta del conjunto del monasterio, según Mariano Palacios (1973).
Fachada barroca de acceso al monasterio, 1739.
Detalle del escudo de la puerta barroca de acceso a la Abadía de 1739
Iglesia neoclásica realizada por Ventura Rodríguez
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La Desamortización no afectó demasiado al monasterio, porque tras 1835, permaneció en él el abad Rodrigo Echevarría, hasta 1857. En estos años salvaguardó los bienes del monasterio, salvando así la farmacia, el tesoro de la sacristía, la biblioteca y los manuscritos.
En 1865 el techo de la biblioteca amenazaba ruina, por lo que se trasladaron parte de su fondos a la capital, y en 1870 se trasladaron también diversos objetos artísticos, como las arquetas, cajas y relicarios, que se guardaron en el Museo Provincial. En 1875 se subastaron en Madrid diversas piezas manuscritas.
En 1880 el obispo de Burgos cedió el monasterio a los franceses de Solesmes y un decreto de Alfonso XII autorizaba el nuevo establecimiento. En diciembre de 1880 llegaron los primeros monjes desde el monasterio francés de Saint-Martin de Liguge y desde entonces su labor fue la restauración del monasterio y la recopilación de los manuscritos que se habían desperdigado al ser vendidos en numerosas subastas.
Arqueta Relicario fines XII
Restos del monasterio. Museo de Santo Domingo de Silos
Caja relicario de marfil y esmaltes. Museo Burgos
Cáliz de Santo Domingo 1040-1073
Candelabros del taller de Silos. Museo de Burgos
Panel urna de Santo Domingo de Silos. Museo de Burgos
Panel urna de Santo Domingo de Silos 1150-1160. Museo de Burgos.
Panel urna de Santo Domingo de Silos 1160-1175
Patena fines XII principios XIII
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El templo románico destruido en el siglo XVIII, se conoce por una descripción que hizo de él Gerónimo Nebreda (1572-1578), y un documento conocido como Memoriae Silenses; es una crónica monástica escrita por diferentes abades en la que se relatan los hechos acaecidos entre los años centrales del siglo XVIII y mediados del XIX. Los datos obtenidos de estos manuscritos, se completaron con los hallazgos descubiertos durante las obras realizadas en el templo, en época contemporánea, en las que se documentaron los tres ábsides románicos junto a monedas de Alfonso, que atestiguan su consagración en 1088. Hoy los restos pueden verse en un sótano que se ha hecho accesible en la última reforma.
Más datos sobre el templo románico son los que reunió el que fue abad de Silos entre 1753 y 1757, Domingo Ibarreta. Recopiló información procedente de varios documentos de los principales archivos monásticos y catedralicios, y consiguió elaborar un croquis de cómo sería el templo románico derribado.
Primera planta de la iglesia de Silos, según Bango Torviso, I.G. (1990)
Ampliación de la segunda iglesia de Silos, según Bango Torviso, I.G. (1990)
Planta la iglesia en la época del abad Domingo de Silos,
según Bango Torviso, I.G. (1990)
Ampliación de la iglesia durante el mandato del Abad Fortunio,
según Bango Torviso, I.G. (1990)
Planta de la iglesia en el primer tercio siglo XII,
según Bango Torviso, I.G. (1990)
Perspectiva de la iglesia en el primer tercio siglo XII,
según Bango Torviso, I.G. (1990)
Planta de la iglesia a finales de la Edad Media,
según Bango Torviso, I.G. (1990)
Planta de la iglesia a finales de la Edad Media, según el padre Román Saiz,
para Pérez de Urbel, F.J. (1975)
Planta del claustro románico, según el padre Román Saiz,
para Pérez de Urbel, F.J. (1975)
Alzado del claustro románico, según el padre Román Saiz,
para Pérez de Urbel, F.J. (1975)
Planta del conjunto del monasterio,
según Mariano Palacios (1973).
Planta del claustro. García Grinda, José Luis (2002)
Alzados del Clautro lado sur y lado oeste.
García Grinda, José Luis (2002)
Planta la iglesia en la época del abad Domingo de Silos,
según Bango Torviso, I.G. (1990)14
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Un segundo plano del templo fue el que realizó el padre Echevarría, último abad de Silos y también obispo de Segovia. Debió basarse probablemente en los planos hechos por Ventura Rodríguez, antes de derribar la iglesia.
El Sepulcro del Santo es de piedra y se sitúa en el altar mayor de la iglesia. En la panda norte del claustro se puede ver la lauda que cubrió el primitivo sepulcro, del siglo XIII, asentada sobre tres leones esquemáticos. Conserva la escultura yacente del santo con báculo y el libro en sus manos.
También en el claustro podemos ver una escultura de gran tamaño de la Vírgen de Marzo, de actitud hierática y frontal, que sostiene la figura de Jesús sobre su rodilla izquierda, que gira su cuerpo hacia el lado contrario, detalle que anuncia el gótico. Por su tamaño, podría provenir quizás del tímpano de una puerta del siglo XIII.
Lauda que cubrió el primitivo sepulcro del s. XIII
Vírgen de Marzo
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Además, el canto del gregoriano, atrae a numerosos turistas que acuden a las diferentes celebraciones litúrgicas para oír a los monjes benedictinos cantar. El Gregoriano es una forma de orar cantando, por ello la actitud del cantante es muy importante así como la quietud del cuerpo, sin expresiones, movimientos o mímica. La ausencia de director es un reto para los monjes que deben ejercer un autocontrol sobre sus voces, para que resulten armoniosas y homogéneas. Deben conocer la lengua latina, para así poder interpretar los cantos y que las oraciones resulten creíbles. Estas características tan particulares de este canto, hacen muy atractiva su escucha en el monasterio.
Cantoral de Silos
Monjes de Silos cantando
Portada del disco de Canto Gregoriano de los monjes de Silos
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