Su presencia en algunos ríos, su atractivo color amarillo y su inalterabilidad ante los agentes atmosféricos, convirtieron al oro es uno de los primeros y más apreciados metales usados por el hombre. Tras largos siglos de uso religioso, suntuario, ornamental y como moneda, añade, en la actualidad, múltiples aplicaciones industriales.
En León hay abundantes evidencias de yacimientos de oro, ligados a depósitos rojos de cantos y arcillas, especialmente en la mitad occidental. Los romanos se emplearon a fondo en su explotación en proyectos de envergadura como Las Médulas, hoy Patrimonio de la Humanidad. En la Sierra del Teleno se encuentra la mayor concentración mundial de minas de oro romanas, que se extienden desde la base hasta la cumbre a 2.185 m de latitud. En sus laderas existe, además (a 1.700 m) un establecimiento termal único en su género.
Todo este oro procede de la disgregación natural de numerosos filones de cuarzo aurífefro formados hace 300 millones de años (y explotados también en época romana en otros puntos como Pozos, Llamas de Cabrera, Lucillo, Montealegre, Villablino…
Tras la intensa actividad minera de los romanos, la actividad se limitó al lavado esporádico de los aluviones de ríos auríferos, aunque coincidiendo con la gran fiebre del oro (primera mitad del siglo XIX) hubo diversos intentos de explotación (Duerna, dragas en el Sil y el Omañas; aprovechamiento de yacimientos primarios en los Ancares…).
Actualmente, a pesar del incremento de su precio, su volatilidad a corto plazo, no permite la consolidación de un proyecto de explotación.
Asociado a los inicios de la metalurgia en la humanidad, por su accesibilidad, dio lugar a la Edad del Cobre. La aleación del mismo con el estaño dio lugar al bronce, que permitió la sencilla fabricación de multitud de objetos. Y a su vez el estaño hizo surgir las primeras redes comerciales. Hoy, el cobre sigue siendo un material insustituible como conductor eléctrico.
El cobre se aprovecha en León desde la Prehistoria, como atestigua la Mina “La Profunda” (5.000 años), yacimiento más importante de la Meseta Norte, en el que se explota también desde el siglo XIX, el cobalto, empleado al principio para la fabricación de esmaltes, aunque pronto empieza a usarse también en aleaciones con el hierro y otros metales, a los que dotaba de propiedades magnéticas y mecánicas.
Entre 1920 y 1929 “La Profunda” vivió un segundo momento de actividad, aunque el proyecto terminaría abandonándose por la crisis de los mercados del 29.
También se explotó desde la Prehistoria la mina de “Divina Providencia”, donde se identificó una nueva especie de mineral, única en el mundo, la Villamaninita (1920), resultado de un sulfuro complejo de cobre, níquel y cobalto.
El hierro –en realidad una aleación de hierro-carbono que da lugar a hierro dulce, acero y fundición según varía la proporción del segundo– abunda en la corteza terrestre, tanto en forma de silicatos como de óxidos y carbonatos.
Su explotación es posterior a la del cobre, dada la dificultad de su obtención, cuyas técnicas se expanden desde el Imperio Hitita en Oriente Medio a todo el continente europeo.
La minería del hierro en León se remota a la Prehistoria, como demuestran vestigios de aprovechamiento metalúrgicos. En época romana el uso del hierro se generaliza, como muestran el asentamiento metalúrgico de Orellán y los yacimientos de óxidos de Chana (explotados hasta finales del XIX).
Ya en la Edad Media se explotan ferrerías en la mitad occidental de León, que llegaron a su auge entre los siglos XVI y XIX para decaer después.
Es a mediados del XIX cuando se desarrolla un moderno establecimiento siderúrgico en el entorno de Sabero, de corta vida sin embargo por las deficientes comunicaciones con sus principales mercados.
Actualmente los principales yacimientos de hierro de León son tres: los de la alineación Oencia-Médulas-Teleno; los hierros de Ancares, Cotos Wagner y Vivaldi; y los de la Formación San Pedro en la Cordillera Cantábrica.
Las reservas de los hierros magnéticos (magnetita) del Coto Wagner, con más de 45 km de extensión entre Ponferrada y Astorga, han sido clasificadas como las segundas más grandes de Europa.
En León –en una franja de 10 x 1 km de anchura en dirección E-O en proximidades de la localidad de Puebla de Lillo– se encuentra el mayor yacimiento de talco de España. Aunque existen vestigios –cuentas de collar– en asentamientos prehistóricos de la Meseta y afloramientos de “piedras mollaras”, la explotación oficial de talco comienza en 1925 con la fundación de la Sociedad Española de Talcos.
Las ubicaciones principales de las mineralizaciones de talco (silicato de magnesio hidratado) son:
- “La Respino”, al sur de las actuales pistas de esquí de San Isidro. En marcha desde los años 70 del siglo XX, una explotación a cielo abierto, en actividad hasta 2010, cuando se dio por agotado el yacimiento, además, de su inconveniente ubicación en el Parque Regional de Picos de Europa.
- “San Andrés”, en la carretera de Puebla de Lillo al Puerto de San Isidro, donde la explotación minera subterránea fue intensa hasta 1992.
El talco de León de la variedad microcristalina, es muy apreciado por su pureza del 97%, y la casi total ausencia de carbonatos.
El talco se transportaba en camiones para su transformación en las instalaciones de la antigua azucarera de Boñar.
Los usos del talco son sobre todo medicinales (“polvos de talco”), aunque se usa también industrialmente en plásticos, pinturas, neumáticos, cosméticos, papel e incluso alimentación animal y humana (en la industria del aceite de oliva).
El wolframio (o tungsteno) es un raro metal que fue aislado de sus mienarles por primera vez en 1783 por los hermanos Elhuyar. Su punto de fusión, 3.410 ºC es uno de los más altos conocidos.
Los yacimientos leoneses de wolframio son filonianos y están relacionados con diversas intrusiones graníticas. Hay dos tipos, ambos muy pesados: wolframita, de color negro brillante, y scheelita, de blanco-crema.
Sus principales aplicaciones han sido bélicas (construcción de blindajes y armamentos), aunque también se usa en la industria civil, en herramientas de corte y perforación, y en filamentos de bombillas incandescentes, hoy en desuso. Las nuevas tecnologías igualmente, demandan wolframio para contactos de circuitos integrados, electrodos de soldadura TIG, hornos eléctricos…
- Protagonista de la industria siderúrgica de finales del siglo XIX por su cualidad de aumentar notablemente la resistencia del acero al desgaste, el impacto y el calor.
- Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se emprenden diversas explotaciones mineras en el NO hispano, destacando la mina de Casayo (Orense), limítrofe con la de León.
- Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) cuando se inician las explotaciones en León, con explotaciones oficiales y trabajos de “rapiña” por los elevados precios del material; es la llamada “fiebre del wolfram”, que recogió Raúl Guerra Garrido en El año del Wolfram (Premio Planeta, 1984). Al término de la guerra, los precios se desploman sobreviviendo solo la mina Currito de la Peña del Seo.
- A partir de 1950 el precio del wolframio repunta por la tensión de otras guerras como la de Corea (1950-1953), o la de Vietnam (1955-1975), que mantienen activas explotaciones como la Peña del Seo, Montearenas (Ponferrada), Los Barrios de Salas y Espinoso de Compludo.
- Actualmente el precio vuelve a subir por la demanda industrial, lo que ha propiciado nuevos estudios técnicos en los yacimientos leoneses: en Peña del Seo, ya hay definido un proyecto de minería subterránea por parte de Sierra Mining Company.
Estos minerales, vienen juntos por naturaleza, pues sus minerales principales (galena y blenda) tienen orígenes genéticos comunes. No es infrecuente encontrar también plata, cadmio o mercurio.
El plomo es altamente tóxico por su capacidad de permanecer en los tejidos vivos. Se emplea en munición, soldadura, industria del vidrio, tuberías, pinturas, barnices cerámicos, revestimientos antirradiación…Y hasta hace poco, se usaba como antidetonante en las gasolinas. Actualmente el mercado principal son las baterías de acumuladores eléctricos.
El zinc se emplea desde la antigüedad en la fabricación de latón (aleación con cobre), aunque no es hasta el siglo XVIII cuando es conocido como metal. Se emplea en recubrimientos anticorrosión (galvanizado) y en los ánodos de protección de cascos de barcos y depósitos de agua; antiguamente también en cubiertas de edificios y bajantes de agua. Actualmente se emplea en baterías de alto rendimiento para ordenadores.
El zinc es esencial en los procesos vitales del organismo humano: su deficiencia está relacionada con trastornos del crecimiento, del sistema inmunitario, infertilidad, depresión, Alzheimer…
Repartidos en la zona montañosa pero concentrados en ámbitos calcáreos:
- Segunda mitad del siglo XIX, trabajos en Corullón de Asturiana de Zinc. Pequeñas explotaciones en La Cabrera.
- Siglo XX, se llevan a cabo explotaciones de cierta importancia en Requejo- Toral de los Vados (mina Antonina, años 60-80 de Río Kumer S.A.).
- Explotaciones de modesta envergadura en Fontún-Velilla de la Tercia (Villamanín, años 20).
- En Picos de Europa se explotaron yacimientos en Vega de Liordes, Cordiñanes, Peña Santa, aunque nunca alcanzaron las dimensiones de las minas de la vertiente cántabra.
Aparece como sulfuro (antimonita) en la naturaleza y se ha usado desde la Antigüedad como cosmético, al ser el componente esencial del “kohl”, sombra de ojos que usaban los egipcios. Se emplea en la fabricación de tipos de imprenta y aleado con plomo forma parte de los acumuladores eléctricos. Actualmente se emplea en muchas aleaciones por su cualidad de aumentar la dureza y resistencia a esfuerzos mecánicos de otros minerales. También se emplea en electrónica, en la fabricación de semiconductores.
Yacimientos leonesas: principalmente en el entorno de Riaño (pico Yordas) y, de menor importancia en la zona de Babia.
El arsenico, o arsenopirita, abundante en tierras leonesas es un acompañante frecuente del cuarzo aurífero y el wolframio. Es extremadamente tóxico: su óxido es insípido e incoloro, por lo tanto indetectable, por lo que se ha usado como veneno a lo largo de la historia. Industrialmente se utiliza para preservar la madera del ataque de hongos e insectos xilófagos. En metalurgia para fabricar bronces y latones; en la industria del vidrio, como decolorante. En naútica, como repelente de algas y moluscos en los cascos de los barcos. Se emplea también en semiconductores de arseniuri de galio y germanio.
El yacimiento principal de encuentra en Riaño, explotado artesanalmente desde comienzos del siglo XX, hasta que en los años 50 se hace cargo Industrias Arsenicales Reunidas.
En Compludo se inician trabajos en el yacimiento de Mina Rita que no prosperan; también en Salamón, Valverdín y Horcadas.
El único metal líquido a temperatura ambiente, no suele encontrarse nativo, sino como sulfuro (cinabrio) de un intenso color rojo bermellón que condicionó sus primeros usos con fines rituales en la Prehistoria, como pintura en época romana (Pompeya) o como cosmético para los labios. Pero era raro y caro, por lo que su uso estaba reservado a las élites.
Conocida su propiedad de amalgamación (con minerales como el oro y la plata), fue la materia prima de los alquimistas, pero no es hasta el siglo XIV cuando se desarrolla a gran escala el aprovechamiento de los minerales pobres de plata de América. Desde la fiebre del oro (siglo XIX) hasta hoy, el mercurio es parte importante en el proceso de recuperación de las partículas más finas de oro, restringido a la minería artesanal. En el siglo XX se emplea industrialmente en la fabricación del cloro, como catalizador en síntesis orgánicas, en lámparas fluorescentes, explosivos… Termómetros, mercromina o los no tan antiguos empastes dentales.
No obstante, por su elevada toxicidad se ha ido limitando su uso y desde 2008 está prohibida su extracción en la Unión Europea.
Las minas más importantes se encuentran en la zona de Riaño (minas Escarlatti y Carmina).
La fluorita o espato de fluor es un mineral muy utilizado en la industria siderúrgica como fundente en el proceso de fabricación de aceros. En León, este fluoruro de calcio se extraía en épocas recientes en los yacimientos de Burón y Pío Sajambre.
Este mineral es un componente fundamental en la industria siderúrgica ya que dota al acero de una mayor elasticidad. En la naturaleza se encuentra en forma de óxidos negros; el más importante llamado Pirolusita se encuentra en las localidades de Boñar y Maraña.
La baritina o espato pesado es un sulfato de bario natural de múltiples usos, como lodo de perforación de sondeos y pozos petrolíferos, en la producción de agua oxigenada, para producir el color verde en pirotecnia, en la fabricación de pigmentos blancos o como carga mineral en pinturas y en el caucho. En la localidad de Vegacervera se extraía en los años cincuenta.