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7.- Fin de una era. Enfrentamientos con Roma

A partir del siglo II a. C. Roma conquista la Península Ibérica y, como consecuencia, surgen cambios en las poblaciones de Vettones y Lusitanos.

A pesar de que ambos se negaban a la conquista, fueron los Lusitanos quienes ofrecieron mayor resistencia. Su jefe militar más conocido fue Viriato, que alcanzó renombre como un gran jefe de guerrillas a medida que ganaba batallas, llegando a tener a su cargo casi 6.000 guerreros que se enfrentaron a los romanos frenando la conquista de Roma durante 7 años.

Su plan se caracterizaba por organizar ataques sorpresa en terrenos abruptos y normalmente de noche, para sorprender a los romanos.

No atacaban directamente ni tampoco de forma prolongada, ya que, como apenas tenían protección, su estrategia era el ataque rápido y la captura de botines para retirarse inmediatamente a las montañas. Otra de sus estrategias era fingir la huida del campo para posteriormente realizar ataques de emboscada, persiguiendo a los enemigos de manera desordenada.

Una vez que los pueblos peninsulares entraron en contacto con los romanos, surgieron los cambios, tanto económicos como culturales, del mundo vettón y lusitano. Esa adaptación de los pueblos al mundo Romano se realizó de manera desigual, y en el caso de los Vettones, trajo, entre otras cosas, el desarrollo o la transformación de algunas de sus ciudades en urbes romanas. Se fomentó desde Roma el abandono de los castros por otros asentamientos agrícolas en poblados, aunque algunos, como el caso de Yecla de Yeltes en Salamanca, por ejemplo, conservaron su identidad.

Con la influencia de Roma se transformaron los modos de vida e incluso la religión, aceptando a los dioses romanos, pero sin olvidar sus cultos. Así, de manera lenta pero progresiva, la cultura y población vettona dará lugar a la hispanorromana.