Los Vettones eran un pueblo que se organizaba alrededor de la familia. Vivían en una sociedad muy jerarquizada, en la que cada miembro de la aldea tenía un papel muy claro.
Debido a su carácter guerrero, daban mucha importancia al trabajo del hierro, con el que fabricaban armas. También utilizaban este metal para la construcción de aperos de trabajo que utilizaban tanto en la agricultura como en la ganadería, sus principales ocupaciones. Además, fueron un pueblo que dio mucha importancia al comercio, aprovechando la creación de nuevas rutas.
De las familias más poderosas salían los personajes más destacados, que gobernaban los poblados, tomando las decisiones a través de asambleas populares.
Los Lusitanos centraban su actividad en la ganadería y el pastoreo, practicando la trashumancia, moviéndose de unos campos a otros, complementado con la agricultura de cereal. También cazaban y pescaban, pero lo que les hizo famosos fue la cría de caballos, ya que los entrenaban para que tuvieran gran velocidad. Tenían un idioma propio establecido como una lengua prerromana.
Su carácter era aún más guerrero y rebelde que los Vettones. Practicaban deportes y entrenaban para los combates. Algunos se organizaron en guerrillas, grupos pequeños de combatientes que realizaban ataques pequeños pero contundentes contra enemigos de mayores dimensiones.
Se agrupaban en tribus formadas por familias y cada una tenía su propio nombre y territorio. Todas las tribus tenían un jefe, que normalmente era guerrero.
Los Lusitanos también se dedicaban al comercio de los metales, sobre todo plomo y plata y para esta actividad fabricaban barcos con troncos de árboles y cuero con los que bordeaban las costas portuguesas.