Qué duda cabe de que el agua es uno de los elementos protagonistas. Hasta tal punto es así, que el conjunto no se podría entender sin su presencia, en el estanque, en las fuentes y en el sistema de riego. De hecho, toda la planificación surge condicionada por la presencia del agua, lo que obligó al aterrazamiento general del terreno para, de este modo, garantizar su circulación y reparto tanto para los elementos lúdicos y ornamentales, como para el regadío general de los jardines, las huertas y prados, llegando hasta la parte baja de la Alameda.

Procedente de una captación del arroyo de la Garganta del Oso, llega al estanque y se embalsa contenida por una presa de tipo holandés como si fuera un muro más de los que forman el aterrazamiento general de los jardines.

Esta agua llega a la Fuente de los Ocho Caños, la Fuente de la Rotonda, la Fuente de la Sábana y el resto de fuentes y juegos de agua del jardín romántico funcionan a partir de la red de acequias, caceras, atarjeas y desagües que recorren todo El Bosque.

El aprovechamiento de este complejo sistema hidráulico tiene su máxima expresión en la Huerta de Abajo, con una función claramente productiva.

Próximo a la Puerta de la Justa se encuentra el estanque del Tinte que recoge las aguas que sobran de la villa y se las proporciona al batán propiedad del duque.