SIGLOS XI-XV

Pintura mural del siglo XII del Convento de las Dominicas de Santo Domingo el Real de Segovia

Son pocos los datos documentales y arqueológicos de que disponemos sobre la ciudad de Segovia entre los siglos V y XI. Aun así podemos confirmar que continuó siendo un núcleo poblado tras la crisis del Imperio romano.

 

 El avance de la reconquista la sitúa en una zona de frontera, sometida tanto a ataques de musulmanes como al poder cristiano, quedando englobada en la denominada Extremadura castellana, situada entre el Duero y el Tajo y conquistada por el reino de Castilla durante los siglos XI y XII. La situación de inestabilidad de estos territorios cambió radicalmente con la conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085. Una vez consolidados, el rey ordena "reparar" y poblar los lugares que se encontraban destruidos o desamparados al sur del Duero. El conde franco Raimundo de Borgoña fue el encargado de repoblar las principales ciudades castellanas del sur: Ávila, Salamanca y Segovia en 1088, entendiendo estas ciudades como polos de desarrollo urbano y centros de colonización del espacio circundante, que quedarán organizadas  bajo el sistema de comunidades de Villa y Tierra.

 

Para entender la ciudad en estos siglos, debemos tener presente el concepto medieval de ciudad. Alfonso X el Sabio (siglo XIII) la define como todo aquel lugar que es cerrado de los muros con los arrabales y los edificios que se tienen en ellos. Para que exista una ciudad deben existir murallas y la especial orografía de Segovia no hace, a priori, necesaria la rápida erección de muros, ya que es fácilmente defendible desde lo alto de la peña caliza, protegida por sus escarpadas laderas y por los ríos Eresma y Clamores que la circundan. Así pues, aunque finalmente sí se erigen los muros protectores de la ciudad, la imagen que debió adoptar esta queda bien descrita por el geógrafo musulmán Al-Idrisi hacia el año 1150: Segovia no es una ciudad (madinat), sino que está formada por muchas aldeas (quran) cercanas y tiene los edificios juntos unos a otros. En ella viven muchos hombres aptos para formar una escolta: todos ellos pertenecen a la caballería del rey, señor de Toledo…

 

 Es a partir del momento de la repoblación cuando la ciudad protagoniza un destacado desarrollo urbano con la construcción del Alcázar, la Catedral Vieja, las murallas, los palacios y viviendas nobles y las numerosas iglesias románicas que se levantaron tanto en el interior como en el exterior del recinto amurallado (hay constancia de la existencia de 35 templos de los cuales hoy se conservan 18). Este importante impulso urbanístico se deberá a los beneficios económicos obtenidos con la guerra y a la explotación agrícola y ganadera de su territorio, especialmente con la trashumancia. El desarrollo de la ciudad se adaptará a la orografía natural del terreno, ocupándose las zonas libres del interior del recinto amurallado, liberando las laderas más escarpadas y siempre tomando como referencia el eje este-oeste marcado por el canal subterráneo del Acueducto. Extramuros, en los arrabales, se repite el esquema en torno a los templos y cerca de los cursos de agua como son los ríos Eresma y Clamores o el canal Madre.

El desarrollo económico vinculado a la lana

Tras el declive en el siglo XIV del poder musulmán y la pacificación de gran parte de la Península, se desarrolla con gran profusión la ganadería trashumante de ovejas merinas productoras de lana. Esta materia prima va a ser el principal recurso económico de Segovia, a la vez que permite que la ciudad establezca importantes relaciones comerciales, sociales y culturales con el norte de Europa. Los grandes rebaños de los caballeros segovianos, el paso de las cañadas por su territorio y la presencia de grandes esquileos o ranchos, donde cada primavera se esquilaba a miles de ovejas, convierten a la ciudad en la más importante de la trashumancia castellana. Aquí se almacenaba y comerciaba la lana no solo para la industria pañera segoviana, sino también para su venta nacional y para su exportación al norte de Europa.

La Cañada Real a su paso por Segovia. Señalización y vista de los restos del Esquileo de Santillana

El urbanismo de la ciudad entre los siglos XII-XVI

A finales del siglo XI e inicios del XII, durante la repoblación, se construye la muralla que hoy conocemos. Esta se levanta a media altura de la peña caliza, tiene 3406 m de longitud y en su origen contaba con cinco puertas y ocho postigos, quedando hoy en día cuatro de cada tipo. Aunque existieron otras casas fuertes como la de las Cadenas, el palacio del marqués de Lozoya o la Casa del Sol, hoy día Museo de Segovia, la gran fortificación militar es el Alcázar. La referencia escrita más antigua de este baluarte data de 1122 y su construcción debió ser coetánea a la de la muralla. Su aspecto actual es fruto de numerosas ampliaciones y remodelaciones realizadas hasta el siglo XVI y de la importante restauración efectuada tras el incendio que sufrió en 1862.

 

La construcción de edificios religiosos fue realmente fecunda en estos siglos. En el interior del recinto amurallado se levantó un importante conjunto de iglesias románicas. Las que actualmente se mantienen en pie son: San Andrés, San Esteban, San Juan, San Martín, San Nicolás, San Quirce, San Sebastián y la Santísima Trinidad. En los arrabales encontramos otros 12 templos que pueden ser hasta 18 si sumamos los seis de los que tan solo nos han llegado noticias.

Esquema cronológico de la iglesia de San Juan de los Caballeros,

según excavación de Alonso Zamora Canellada en 1975

Vistas de la muralla en el Arco de San Cebrián y del Alcázar con la torre de la Catedral al fondo

De todas las iglesias desaparecidas, la de San Miguel es la más conocida.  Aparece ya en los documentos de 1117 y fue el lugar elegido para la coronación de Isabel la Católica. Del templo apenas nos han llegado algunas esculturas como este relieve de su titular.

 

La comunidad judía también dejó una importante huella en la ciudad. Hasta el decreto de expulsión de 1492, se asentaban en la zona sur de la peña, entre el barrio de las Canonjías y la puerta de San Andrés. Además del trazado urbano original, se han conservado otros restos, como la sinagoga Mayor, hoy iglesia del Corpus Christi y la necrópolis situada al otro lado del río Clamores, que se caracteriza por sus enterramientos en hipogeo.

 

En los siglos XV y XVI la ciudad vuelve a conocer un repunte en su actividad constructiva. En el espacio intramuros se establecen las clases nobles y el clero, mientras que la población campesina se asentó en los arrabales. En este momento se levantaron y ampliaron palacios y monasterios: el torreón de los Arias Dávila, la casa de los Picos, el palacio de los marqueses de Quintanar, el palacio del marqués de Lozoya, la casa de los Rueda, el palacio de Enrique IV y los monasterios de Santa Clara y la Merced.

La judería, el canal soterrado del Acueducto y torre del palacio de los Arias Dávila